Extracto del cap. V de Les origines de la Franc-Maçonnerie. Le sacré et le métier (nueva
edición aumentada y corregida de Origines
religieuses et corporatives de la Franc-Maçonnerie ), París, Dervy-Livres, 1991.
El Carácter
Especulativo de la Masonería de Oficio.
Suele oponerse
a la Masonería
especulativa moderna la antigua Masonería operativa. En realidad, las
organizaciones masónicas que hemos estudiado -colegios, asociaciones
monásticas, cofradías, comunidades de oficio, compagnonnages- jamás han tenido
un carácter estrictamente profesional. Todas estas asociaciones perseguían
tanto fines religiosos, caritativos y sociales como objetivos de defensa de los
intereses del oficio.
No
insistiremos de nuevo sobre el carácter iniciático, religioso y cultural de las
cofradías y comunidades de oficio, en particular de las de los masones. El
obrero no puede pretender a la cualidad y la perfección de su trabajo más que
integrando éste en la obra creadora de Dios, el Gran Arquitecto del Universo,
el único dispensador del Bien y de lo Bello. El hombre, por su conducta y por
su esfuerzo, se hace merecedor de la Gracia indispensable de esa ayuda de lo
Alto. Solamente añadiremos que todos los antiguos estatutos mencionan
expresamente los deberes religiosos, morales y sociales que se imponen a los
hermanos. Se exigía que el iniciado fuese libre de nacimiento (es decir, que no
fuese de condición servil), hijo legítimo, de buenas costumbres, religioso,
honesto y tranquilo. Aquellos que no cumplían con sus deberes, que llevaban una
vida libertina o poco cristiana, o que eran reconocidos como infieles a sus
esposas, no podían ser admitidos en la sociedad o debían ser excluidos.
El Manuscrito
Regius contiene un verdadero tratado de urbanidad. Prescribe velar por la
propia educación y por la de los suyos, por la cortesía, por las maneras
distinguidas, por las buenas costumbres, por el dominio de sí mismo.
El Manuscrito
Cooke da fe de la perseverante voluntad de la Masonería por exigir de
sus adeptos un gran espíritu de rectitud. Prohibe conservar a un aprendiz
"noctámbulo", pues no podría efectuar debidamente su trabajo durante
el día, y sus compañeros podrían quejarse. Ningún maestro debe intentar
suplantar a otro. Si un masón mantiene alguna diferencia con sus compañeros,
debe someterse a la decisión del maestro o del vigilante que le reemplaza y
reconciliarse con sus compañeros en el primer día festivo. Un maestro o un compañero
que haya infringido algún artículo debe ser juzgado ante una asamblea general
de la logia. Si no reconoce sus errores, es expulsado, y entregado al shériff o
al alcalde para ser encarcelado.
Philibert
Delorme, en su Traité d'Architecture,
recomienda, con la ciencia requerida para el ejercicio del oficio, la probidad,
la franqueza, la delicadeza "que deben distinguir al masón; no debe ser ni
exagerado, ni fanfarrón, ni orgulloso, ni presuntuoso".
Recordemos
finalmente que las cofradías y oficios perseguían fines sociales. Éstos no se
limitaban a las ayudas caritativas a los hermanos que tuvieran necesidades.
Todas las comunidades de oficio miraban más allá. A menudo desempeñaron un
verdadero papel político. Estuvieron siempre en el origen de las franquicias
comunales. Las "maestrías" siguieron siendo, particularmente en
Italia, en el Norte y en Inglaterra, los órganos de la administración
municipal, participaban en la policía, en los cargos financieros y
urbanísticos, e incluso en la defensa de la ciudad, encargándose de reclutar
las tropas. Es superfluo, en consecuencia, citar todas las cuestiones de orden
político y social que debían ser discutidas. No indagaremos, por lo demás, las
razones que a veces suscitaron -especialmente en Francia- la desconfianza del
poder real, tanto más cuanto que a menudo albergaban a hombres eminentes, y por
ello peligrosos.
En suma, a las
preocupaciones "operativas" de los oficios se mezclaban siempre
preocupaciones de orden especulativo. Tales cosas eran estrechamente solidarias
e inseparables, al menos en su estadio original, de modo que era difícil
establecer una demarcación entre lo temporal y lo espiritual, entre el oficio y
lo sagrado. La cuestión es de gran importancia para el oficio de los
constructores en razón de los conocimientos y de las cualidades que se les
exigía, y también de su objeto, que atañe primordialmente a la vida y al
destino humanos.
Esta enseñanza
profunda y verdaderamente iniciática de la Masonería de oficio aparece en el ritual, que era
practicado en logia en los trabajos y las ceremonias, y en los comentarios de
los ritos y de los símbolos que se daban a título de instrucción.
El Ritual
Durante mucho
tiempo se ha dispuesto de pocos elementos a este respecto. La razón de ello es
fácil de comprender. Rituales y catecismos de instrucción no fueron hechos para
ser escritos; su práctica y su transmisión eran puramente orales. Estaba
rigurosamente prohibido poner estos rituales por escrito, ni siquiera como
recordatorios. Por fortuna, las investigaciones realizadas desde principios de
siglo por los Francmasones ingleses han podido dar lugar a inestimables
descubrimientos. Douglas Knoop. G. P. Jones y Douglas Hamer han reunido los
documentos así hallados en su libro The
Early Masonic Catechism, aparecido en 1943 y reeditado y completado en
1963. Estos textos, aunque poco numerosos y a veces incompletos, especialmente
en cuanto a los ritos ceremoniales, bastan sin embargo para mostrar cuáles eran
los elementos esenciales del ritual seguido por los Masones operativos.
Hablamos del ritual, empleando a propósito el singular, pues estos documentos,
a pesar de la diversidad de sus fuentes, presentan todos idénticos elementos,
lo que revela en el conjunto un simbolismo y un esoterismo comunes.
Se escalonan
entre 1696 y 1730. Pero parece evidente que no hacen sino transmitir un ritual
"tradicional", cuyo origen se remonta mucho más allá en el pasado,
sin que sea posible, en el actual estado de las cosas, precisar este origen.
La antigüedad
del ritual operativo puede demostrarse por las similitudes entre los contenidos
de los Estatutos y los Old Charges,
cuyas versiones son bastante más numerosas y se remontan hasta el siglo XIV, y
también por las existentes entre aquellos y los rituales en uso en otras organizaciones,
diferentes de la Francmasonería
pero surgidas del mismo tronco común. Así ocurre con el Compagnonnage francés y con la Bruderschaft alemana, donde los
temas simbólicos son análogos.
Pensamos
además que una de las mejores pruebas de la antigüedad del rito operativo ha
sido menospreciada hasta el presente. Es la naturaleza de su simbolismo, clave
de su contenido esotérico e iniciático, que no se explica, como valor de
conjunto, más que en su aplicación cristiana, tal como era profesada en la Edad
Media. Fuimos el primero en desarrollar este tema en 1970 en nuestra obra La Franc-Maçonnerie Chrétienne. Retomaremos aquí
lo esencial de la argumentación.
Las analogías
que pueden establecerse, y que se imponen a la investigación, entre los
símbolos del ritual y aquellos que expresaban el pensamiento religioso
cristiano de los siglos XIII y XIV permiten a la vez comprender el gran alcance
de este ritual y situar, con suficiente aproximación, su época de gestación. Es
en efecto significativo constatar que, a partir de finales del siglo XIV, todo
el simbolismo utilizado en los siglos pasados para formular las verdades
cristianas, y que conoció su apoteosis en el siglo XIII, dejará poco a poco de
ser utilizado y comprendido. Sin renegar de él, el primer Renacimiento, en el
siglo XIV en Italia, a principios del XVI en Francia, los Países Bajos y Gran
Bretaña, lo sustituirá por un simbolismo renovado de la Antigüedad, que no
obstante afirma los mismos valores tradicionales. A partir de alrededor de
1530, esa tradición acaba por desaparecer. En la religión, en el arte, en la
filosofía, la expresión simbólica utilizada se le hace incluso ajena. Sobre
todo, ya no vivió en la sensibilidad popular. Ya no tenía raíces profundas.
¿Cómo podía interesarse el pueblo en Júpiter, en Marte y en Apolo, en Ceres y
en Proserpina, en los héroes griegos y romanos, en los Césares, que ocupan el
lugar de los apóstoles y de los santos? Incluso aunque este arte, hecho sobre
todo de forma y de plasticidad, recuerde todavía a la tradición, ya no traduce
al mismo tiempo la civilización y la vida. Ya no es la catedral lo que hace las
veces de todos los libros. No es ya el símbolo de la fe, el símbolo del amor,
el símbolo de todos. La cumbre de la evolución será Versalles. Su concepción simbólica,
profundamente notable, convergerá hacia la unidad de la Majestad solar, imagen
del Rey, que encarna él mismo y en su sola persona la grandeza y la perennidad
del reino. Estamos en otro mundo.
Parece
entonces patente que la subsistencia de un ritual que continúa expresando los
valores tradicionales bajo la forma cristiana del siglo XIII, y ello en
personas del oficio, no puede deberse más que a una transmisión.
El esoterismo
del ritual operativo se reduce al simbolismo general de la construcción del
templo de Salomón, que fue uno de los más populares de la Edad Media cristiana.
Se trataba entonces de algo muy distinto a un magnífico templo comenzado por
David y terminado por Salomón a fin de adorar dignamente al Eterno y de
conservar en el Santo de los Santos el Arca de la Alianza que contenía las
Tablas de la Ley. Este templo de Salomón era la figura del Verdadero Templo de
Dios, y éste debía ser concebido en dos planos: el del Universo, el de la
Creación divina, y el del hombre, universo reducido, al que la Encarnación de
Cristo confiere una escala, si no de grandeza, al menos de valor semejante y
perceptible. El templo era a la vez el símbolo del macrocosmos universal y del
microcosmos humano.
La Iglesia
cristiana es su imagen. Ningún edificio religioso ha expresado tan simple y
elocuentemente el simbolismo cósmico inmemorial del templo consagrado a la
divinidad. La perfección es la iglesia románica con el trazado de su plano en
cuadrados y cúpulas, asociación clásica en la arquitectura sagrada que simboliza
la unión de la tierra y del cielo, de lo creado y de lo increado. Es fácil
comprender que los instrumentos de figuración del círculo y del cuadrado, el
compás y la escuadra, revistan un significado simbólico idéntico.
Es en este
sentido amplio como se pretendía reconstruir el templo de Salomón. Además,
cuando se hablaba de Jerusalén, no se trataba tan sólo de la ciudad de
Palestina en la que peleaban los Cruzados. Éste era su sentido geográfico e
histórico. Como en toda interpretación de la Escritura, debían también, según
el método de los doctores de la Iglesia, percibirse los otros tres sentidos
ocultos en el texto, el alegórico, el tropológico y el anagógico. En el sentido
alegórico, Jerusalén era la Iglesia militante; en el sentido tropológico, era
el alma cristiana; en el sentido anagógico, era la Jerusalén celestial, la
patria de lo alto, que san Juan anuncia en su Apocalipsis.
En cuanto a
los reyes David y Salomón, muy populares también, eran entonces, por curioso
que esto pueda parecer en la actualidad, imágenes o anuncios de Jesucristo.
Lo mismo
ocurría con Hiram, el fundidor de las columnas del Templo, y con Adoniram, gran
oficial de Salomón, encargado de las levas. "Hic est Christus", él es
el Cristo, que conduce a los obreros del Templo y les da las medidas de la
obra, dice Beda el Venerable en el siglo VIII, y lo confirma la Glosa ordinaria de Walafried
Strabo, que, de los siglos IX al XVI, acompaña todos los manuscritos y todas
las ediciones de la Biblia.
Es , nos dice Emile Mâle, uno de los libros más preciosos que
nos haya transmitido la Edad Media.
Esta manera de
ver a los personajes del Antiguo Testamento, como figuras anunciadoras de
Cristo, era tradicional en los Padres de la Iglesia. Así ocurría
con Adán y Noé, con los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y José, con
Melquisedec, el rey pontífice, con los profetas Moisés, Esdrás, Ageo y
Zorobabel. Por extraño que esto pueda parecer a nuestra lógica moderna, los
hombres de la Edad Media jamás comprendieron el Antiguo Testamento en un sentido
únicamente literal, estrecho y precristiano, como un proceso histórico y
cronológico. Para ellos, la Verdad, que era intemporal y no solamente un dato
histórico, se expresaba ante todo y claramente en la Nueva Ley enseñada por
Cristo, el Verbo Encarnado, la persona divina.
Para los
Padres de la Iglesia, el sentido literal del Antiguo Testamento es también de
carácter sagrado. No debe quitarse, según la exégesis simbólica, su fundamento
histórico a la Escritura. Abraham, David, Salomón y todos los personajes
bíblicos realmente han existido. Pero Dios ha hecho de estos hombres como los
heraldos de su Hijo, que debía venir. Así, en todo lo que han hecho, en todo lo
que han dicho, hay que buscar y se halla el Cristo. "El Antiguo
Testamento, dice san Agustín, no es sino el Nuevo Testamento cubierto por un
velo, y el Nuevo no es sino el Antiguo desvelado".
El plan divino
fijado en la figura sensible de Cristo nos ayuda a pasar del simbolismo
macrocósmico del templo a su simbolismo microcósmico. Es sobre todo en este
punto que la religión cristiana ha renovado un simbolismo milenario,
otorgándole toda su resonancia.
La iglesia
románica, inspirada en el templo de Salomón e imagen del Cosmos, está
construida sobre las medidas del hombre, tal como son dadas especialmente por
santa Hildegarda de Bingen en su Liber
divinorum operum simplicis hominis. Ciertamente, el trazado del templo en
forma de cruz, a imagen del hombre, reflejaba un simbolismo antiguo, cuyo
ejemplo más grandioso es quizá el templo de Luxor, en Egipto. Pero la
correspondencia armónica Universo-Templo-Hombre jamás revestirá tan excelso
significado como en el Cristianismo, pues si la iglesia románica representa la
imagen del hombre, también ofrece, y ante todo, por la perfección de sus
medidas, el símbolo del hombre perfecto, es decir, de Cristo, Encarnación de
Dios.
Y llegamos así
al fondo de la enseñanza cristiana. El hombre es el verdadero templo de Dios,
del cual el templo de Salomón no es más que un símbolo. "¿No sabéis, dice
san Pablo, que sois el templo de Dios?" (I Cor., III, 16). Y el apóstol
añade: "¿Ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo que
está en vosotros?" (I Cor, VI, 19). Esta misma verdad, afirmación también
de la inmanencia de Dios, es la que proclamará san Bernardo en su IIº Sermón
dedicado a la consagración de la iglesia. Alude al templo visible construido
para acoger a los hombres, pero en el que Dios no habita, pues Él mora en su
imagen, es decir, en el hombre.
La más antigua
mención conocida del templo de Salomón como origen y contenido del arte de la Masonería se encuentra
en el Manuscrito Cooke, de los Old
Charges, copiado de un original que se remonta al siglo XIV. La mayor parte
de las versiones posteriores de los Old
Charges retoman y desarrollan este tema. Hecho notable, el mismo simbolismo
se halla en el Compagnonnage francés,
y también en la Bauhütte alemana, en la que igualmente se hace mención de las
dos columnas Jachin y Boaz, elementos importantes del simbolismo masónico. ¿En
qué sentido los Masones operativos se vinculaban a este simbolismo del Templo
de Salomón? Nos parece evidente, dada la interpretación cristiana de este
simbolismo fijada y profesada en la Edad Media, que las analogías con sus
preocupaciones profesionales y con el modelo ofrecido a sus trabajos no podían,
en el seno de sus cofradías, controladas por la Iglesia, ser vistas bajo otra
óptica ni contener una enseñanza esotérica diferente.
La prueba
elocuente está en el ritual. Son los textos a los que aludíamos. El mejor de
ellos es el Manuscrito Dumfries nº 4. Data de alrededor de 1710 y perteneció a la Antigua Logia de
Dumfries (ahora Dumfries Kilwinning nº 53). Muestra, de una forma bastante
completa, el conjunto del ritual que se seguía en la época de la transición
antes de la constitución de la Gran Logia de Londres. Por las razones que hemos
indicado, no pensamos que pueda recusarse su fecha tardía y, en consecuencia,
su valor probatorio en cuanto al ritual operativo. Todo hace suponer, por el
contrario, una "tradición" antigua.
Este
manuscrito ofrece indicaciones características sobre el simbolismo del Templo
de Salomón. Revisten la forma de un catecismo con preguntas y respuestas:
Q. -How high is your lodge?
A. -Inche & spans Inumberable.
Q. -How Inumberable?
A. -The material heavens & stary
firmament.
Q. -How many pillers is in your
lodge?
A. -Three.
Q. -What are these?
A. -Ye square, the compass & ye
bible.
(P. -¿Qué
altura tiene vuestra logia? - R. -Innumerables pulgadas y palmos. - P. ¿Cómo
innumerables? - R. -El cielo sensible y el firmamento estrellado. - P. ¿Cuántas
columnas hay en vuestra logia? - R. Tres - P. ¿Cuáles son? - R. -La escuadra,
el compás y la Biblia).
Se trata de la
afirmación del sentido cósmico y sagrado de la Logia. Y he aquí el significado cristiano del templo:
Q. -What ladder had they ...
building of ye ...
A. -Jacobs ... between ye heaven ye
earth.
Q. -How many steps was in Jacobs
ladder?
A. -3.
Q. -What was ye 3?
A. -Father, Son & Holy Spirit.
(P. ¿Qué
escala tenían ... construcción de ... - R. -... de Jacob ... entre el cielo y
la tierra (5). - P. ¿Cuántos peldaños tenía la escala de Jacob? - R. -Tres. -
P. -¿Qué eran estos tres? - R. -El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).
Q. -What meant ye golden dore of ye
temple, Qr (where) the went in to sanctum sactorum?
A. -It was another type of Christ
who is ye door ye way an the truth & ye life by whome § in whom all ye
elect entreth into heaven.
(P. -¿Qué
significaba la puerta de oro del templo por donde se entraba al Santo de los
Santos? - R. Era otro tipo de Cristo, que es la puerta, el camino, la verdad y
la vida, por quien y en quien todo ser entra en el cielo).
Q. -What was ye greatest wonder Yt seen
or heard about the temple?
A. -God was man and was God. Mary
was a mother and yet a maid.
(P. ¿Cuál fue
la mayor maravilla que se vio u oyó con respecto al Templo? - R. -Dios fue
hombre y el hombre fue Dios. María fue madre y sin embargo una virgen).
Q. What signifies the temple?
A. -Ye Son of God & partly of
the church ye Son soffered his body to be destroyed & rose again ye 3 d.
day & raised up to us ye christian church we (which) in ye true spiritwal
church.
(P. ¿Qué
significa el templo? - R. -El Hijo de Dios y en parte la Iglesia. El Hijo
ofreció su cuerpo para ser destruido y resucitó al tercer día y edificó por
nosotros su iglesia cristiana que es la verdadera iglesia espiritual).
Q. (What signifies) the ark of the
covenant?
A. It represents as weel our saviour
Christ as ye hearts of ye faithfull for in Christs breast was ye doctrine both
of law & gosple so is it in ye faithfull though not in ye measure he was ye
true manna yt descended to give life to ye world ye table of ye law move us to
love § obdedience Aarons rod flowrishing wt blossoms signifies ye swetnes of ye
gosple & ye glory of our High preist Jesus Christ of whome Aaron was a
figure.
(P. ¿Qué
significa el arca de la alianza? - R. Representa tanto a nuestro salvador
Cristo como a los corazones de los fieles, pues en el pecho de Cristo estaba a
la vez la doctrina de la Ley y del Evangelio, y así ocurre con los fieles,
aunque no en la medida en que Él era el verdadero maná que descendió para dar
la vida al mundo. La tabla de la Ley nos incita al amor y a la obediencia. La
vara florecida de Aaron significa la dulzura del Evangelio y la gloria de
nuestro Gran sacerdote Jesucristo, de quien Aaron fue una figura).
Toda la
doctrina cristiana está aquí: la inmanencia de Dios en el hombre, la
realización de la ley por la
Encarnación de Cristo, la construcción en el hombre del verdadero
templo de Dios por la obediencia a la
Ley y por el Amor, la figura simbólica del Antiguo Testamento
como imagen del Evangelio. Se trata de la interpretación familiar a la Edad
Media. Desarrollada ya en el siglo VIII por Beda el Venerable en su obra De Templo Salomonis, se la encontrará
siempre e incansablemente en el margen de la Biblia en la Glosa ordinaria de Walafried Strabo.
El término del
ritual hace una larga alusión a las dos columnas del templo, Jackin y Boaz,
"where (was) the noble art or science found when it was lost"
("donde fue hallado el noble arte o la ciencia cuando se perdió"). He
aquí el significado que se les da: "For ye present ye sons of God have
received strength inwardly, for ye time to come God will stablisch so with his
spirit of grace yt they shall never wholy depart from him" ("En el
tiempo presente, los hijos de Dios han recibido la fuerza interiormente; para
el tiempo por venir, Dios se establecerá así con su espíritu de gracia a fin de
que ellos jamás se separen totalmente de Él".
La Leyenda de
Hiram y el Mito Iniciático.
Particularmente
significativa del alcance sagrado del ritual masónico es la leyenda de Hiram.
El personaje
mítico, Hiram, genial constructor del Templo según los Masones, que han hecho
de él su Maestro y modelo, es la síntesis aureolada de gloria y de talento de
dos personajes bíblicos: Hiram o Hiram Abi y Adoram, Adonhiram o Adoniram.
Según el
Primer libro de los Reyes (VII, 13-15 y 21), "el rey Salomón envió a
buscar a Hiram de Tiro, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí; su padre era
de Tiro; trabajaba en bronce y estaba lleno de ciencia, pericia y experiencia
para realizar todo trabajo en bronce; fue donde el rey Salomón y ejecutó todos
sus trabajos. Fundió las dos columnas de bronce... erigió la columna de la
derecha y la llamó Jakin; erigió la columna de la izquierda y la llamó
Boaz".
De acuerdo con
el 2º libro de las Crónicas (II, 13, y IV, 11-12), Hiram-Abi fue enviado por el
rey Hiram de Tiro a Salomón: "Es hijo de una danita, y su padre es de
Tiro. Sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la piedra y la
madera, la púrpura escarlata, la púrpura violeta, el lino fino y el carmesí.
Sabe también hacer toda clase de grabados y ejecutar cualquier obra que se le
proponga"... "hizo también los ceniceros, las paletas y los acetres.
Así concluyó Hiram la obra que le había encargado el rey Salomón en la Casa de
Dios: las dos columnas, las molduras de los capiteles que coronaban las
columnas..."
Adoniram,
Adonhiram o Adoram, hijo de Abdá, era uno de los grandes oficiales de Salomón,
el encargado de las levas (I Reyes, IV, 6). Es él quien dirigió los trabajos
del templo.
En realidad,
sabemos que el verdadero arquitecto del Templo fue el propio Dios. Cuando el
rey David entregó a su hijo Salomón los planos de las obras del Templo y los
modelos del tabernáculo y de todos los utensilios, declaró: "Todo esto
conforme a lo que el Eterno había escrito de su mano para hacer comprender
todos los detalles del diseño" (I Crónicas, XXVIII, 19). Salomón e Hiram
no hicieron más que ejecutar, a la perfección, la voluntad de Dios.
En la
confusión entre ambos personajes, Hiram y Adoniram, los Masones han seguido la
costumbre de todos los comentarios e interpretaciones medievales de la Biblia. Pero la
leyenda masónica, principal tema de la iniciación al grado de Maestro, ha
inventado la muerte trágica de Hiram, asesinado por tres malos compañeros a
quienes rehusó dar la "palabra" de maestro, y después transfigurado y
resucitado en la persona del nuevo maestro iniciado.
Los Francmasones
han adornado a la Biblia
en esta leyenda. Vamos a ver, sin embargo, que Adoniram fue asesinado en
circunstancias que no carecen de analogías con la muerte de Hiram por su
significado espiritual y sagrado.
Se menciona a
Hiram en los Old Charges (ms. Tew, circa 1680, que hace de él el hijo del
rey Hiram; m. Iñigo Jones, de la misma época). Pero la leyenda de su muerte,
parte iniciática y por naturaleza secreta, no aparece documentada más que en la Franc-Masonería
moderna, precisamente en la divulgación Masonry
Dissected de Pritchard (1730). Sin embargo, creemos en la antigüedad de
esta leyenda, cuya inspiración no adquiere su origen -y su sentido no obtiene
su pleno valor— sino en la lectura que se hacía de la Biblia en la Edad Media , espíritu
éste que se perdió completamente con la Reforma y la Contrarreforma.
En favor de
dicha antigüedad pueden invocarse además otros argumentos. La creación de
leyendas inspiradas en temas bíblicos era un hecho general en la época
medieval. Era alentada por el fervor popular y por el gusto por lo maravilloso.
La misma Iglesia, lejos de condenar estas glosas, en cierto modo las
estimulaba. Basta con recordar cuántas leyendas similares han sido incluidas en
los textos apócrifos y representadas en la piedra de las esculturas y en las
imágenes de los vitrales. Algunas consistían en la cristianización de creencias
y relatos antiguos, figuraciones de mitos eternos portadores de lo
Trascendente. Según la imagen de Isidoro de Sevilla, la Escritura Santa era una
lira cuyas cuerdas tenían una resonancia infinita.
Todos los
santos patrones y los personajes maravillosos protectores de los oficios
tuvieron así su leyenda…
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