“Yorkshire”
Old Charges (1600 – 1806). Colección El Legado Masónico. A. C. Pardes,Barcelona, 2015.
En un sentido restrictivo, los Old Charges o “Antiguos Deberes”, también llamados “Constituciones” o
“Constituciones Góticas”, son un conjunto de documentos masónicos que
aparecieron por primera vez en las islas británicas a finales del siglo XIV.
Abre la lista el conocido como The Regius
Poem fechado en el año 1390. Aunque existen Old Charges fechados en los siglos XV y XVI, la mayor parte de los
mismos fueron puestos por escrito a lo largo del siglo XVII y principios del
XVIII.
A pesar de lo anterior, cada vez son más los que
consideran apropiado incluir también bajo la designación de Old Charges las Constituciones
producidas durante la Edad Media por la Masonería europea continental,
especialmente las de las cofradías de los países germánicos, que se agruparon
bajo la “Federación de Logias del Santo Imperio”, conocida como la Bauhütte, y cuyos centros principales se
encontraban en Estrasburgo, Colonia, Ratisbona, Viena y Berna.
Los Old
Charges, no obstantes sus precedentes medievales, constituyen uno de los
cinco tipos de documentos [1] masónicos más recurrentes durante el denominado
“periodo de transición” entre la Masonería Operativa, que requería a sus
adherentes la práctica de un oficio, y la Masonería Especulativa que ya no
contemplaba este requisito. Dicho periodo de transición, que fue un proceso
largo, dese el punto de vista historiográfico se extiende hasta los primeros
años del siglo XIX, momento en el que la Masonería contemporánea aparece ya
plenamente consolidada.
Atendiendo a su contenido se observa que todos los
Old Charges que proceden de la antigua
Masonería inglesa y escocesa tiene en común una estructura general que
posibilita su clasificación como tales, y
que está determinada, con pocas excepciones, por la presencia de tres
elementos: 1º una invocación y plegaria inicial, 2º la historia legendaria del
oficio [2] de constructor y de la fraternidad masónica, y 3º los Deberes y
Usos, que son un conjunto de reglas y obligaciones que regulaban la conducta de
los masones entre sí, en su vida privada, y en relación al oficio y la
Fraternidad.
El más antiguo de entre estos últimos Old Charges es, como se indicó, el
Manuscrito o Poema Regius, si bien
tiene la peculiaridad, señalada por múltiples expertos, de provenir de una
fuente única y diferente de la del resto de Old
Charges [3]. El segundo en antigüedad es
el Manuscrito Cooke [4], fechado
entre 1410 y 1420, que es, por el contrario, la fuente de la que derivan más o
menos directamente todos los demás, aunque ya existan y se tiene constancia de,
al menos, dos documentos fechados con anterioridad: las Constituciones de York
del año 926, y para la Masonería continental, los Estatutos de los Canteros de
Bolonia de 1248.
Para los documentos de las islas Británicas, en
base a su genealogía, se han establecido, diversas “familias” de Old Charges con características
peculiares más homogéneas. A modo de ejemplo citaremos la familia Plot, la familia Spencer o la Grand Lodge, si bien el listado es
bastante numeroso.
Entre esas familias destaca la importante
colección de los antiguos manuscritos conocidos como los Yorkshire Old Charges 1600 –
1818 que constituyen el contenido del presente volumen de la colección “El
Legado Masónico”. En la familia Yorkshire
Old Charges se incluyen documentos realmente interesantes desde muchos
puntos de vista, como por ejemplo el Manuscrito Tew en el que el nombre del arquitecto del templo de Salomón es muy
similar al que emplea la Masonería actual, con las implicaciones que ello
conlleva, como veremos más adelante, si tenemos en cuenta que está fechado en
el año 1680.
Contenido
general de los Old Charges.
La mayor parte de los Old Charges comienzan con una invocación o plegaria inicial que
está dirigida al Principio divino, normalmente representado por la Trinidad
Cristiana: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La colocación de esta invocación en
primer lugar, antes que a cuestiones propiamente formales o de protocolo,
responde a una concepción de las cosas en las que Dios, al contrario de lo que
ocurre en nuestro tiempo, tenía en la vida de los hombres un papel
verdaderamente central.
Se trata de una invocación mediante la que se
solicita a Dios que asista a la Masonería y a sus miembros con su Presencia, un
deseo que como fácilmente se percibe durante la lectura, no se limita al
encabezado, sino que está presente a lo largo de todo el texto. Refleja con
ello una intención que está en las antípodas de situaciones como la acontecida
en el año 1877, en el seno del Gran Oriente de Francia, cuando, como es sabido,
se suprimió la necesidad de la invocación del Gran Arquitecto del Universo.
Siguiendo con el contenido de los Old Charges, hay que apuntar que debido
al ingente simbolismo existente en la historia legendaria del oficio, en el
marco de esta introducción no es posible más que considerar unas líneas
generales, remitiendo al cuerpo de notas con el que se han dotado los textos
del presente volumen para mayores desarrollos.
La historia legendaria en los Old Charges comienza atribuyendo el origen de las siete artes
liberales a los hijos de Lamec [5], antes del diluvio de Noé. Mediante esta
terminología bíblica, el origen de las ciencias es situado en tiempos muy
remotos, que se encuentran fuera del intervalo temporal en que la Historia
moderna se maneja con comodidad. Comprender lo que ello significa pasa por
rechazar tanto la interpretación literal como el prejuicio universitario que,
en ambos casos, pasan por alto una lectura en clave simbólica que hace aparecer
con una profundidad insospechada lo que de otra forma parecen relatos
triviales.
Igualmente interesante es el simbolismo de
conservación presente en el episodio de la construcción de dos columnas, una de
ladrillo para resistir las aguas y otra de mármol para resistir el fuego, en
las que, según los Old Charges, los
hijos de Lamec vertieron las artes que habían descubierto para que
sobreviviesen al diluvio. Todo ello es la expresión de una cierta continuidad a
pesar del tránsito de un ciclo de la humanidad a otro.
Según los Old
Charges fue Hermes quien, después del diluvio, encontró una de las dos
columnas donde estaban grabadas las Ciencias descubiertas por los hijos de
Lamec. Hermes, al que los griegos identificaban con el dios egipcio Thoth, es
aquí, entre otras cosas, una referencia simbólica a un inmensa labor de
conservación de conocimientos primordiales por grupos sociales legitimados para
ello, como por ejemplo el sacerdocio egipcio [6].
También en la llegada de Abraham y Sara a Egipto y
en el hecho de presentar a Euclides [7] como el mejor discípulo de Abraham,
está presente un simbolismo de la más alta importancia, que transciende la
imposibilidad histórica de tal encuentro y que nos habla simbólicamente de la
reclamación por parte de la Masonería de la paternidad espiritual de Abraham
[8]. Y es aquí donde tendrá que acudir todo el que pretenda encontrar el porqué
de la importancia que el Nombre divino, invocado por Abraham en la Biblia (El-Shaddai / El Todopoderoso), siempre
tuvo en la Masonería operativa [9].
Tras una serie detallada de referencias al Templo
de Salomón, los Old Charges narran la historia legendaria de la transmisión de
la Masonería a Francia e Inglaterra por parte de los obreros que, precisamente,
habrían participado en la construcción del Templo de Jerusalén, y que por tanto
estaban legitimados para llevar a cabo una labor de transmisión.
Finalmente se llega a personajes como Athelstan,
Rey de Inglaterra en el siglo X, de los que los Old Charges guardan un cariñoso recuerdo por su buen hacer
político. Athelstan tuvo un hermanastro (en los Old Charges se dice que un hijo) llamado Edwin, que organizó una
asamblea de Masones en la ciudad de York en el año 926. El Rey Edwin, según los
Old Charges, pidió a todos los
masones de su reino que aportaran cualquier texto que tuviesen relación con su
oficio, reuniendo de esta forma documentos escritos en francés, inglés y en
otras lenguas, si bien se indica que todos tenían “la misma intención”.
Basándose en ellos, el Rey dispuso que se compilase un libro con la historia
del oficio, así como con los Deberes y Usos de la Masonería, que debía ser
conservado para siempre. He aquí la reivindicación simbólica por parte de la
incipiente Masonería inglesa medieval, de una conexión con el antiguo tronco
que procedía de los hijos de Lamec.
Por último, en las diferentes redacciones de los
Usos y Deberes presentes en los Old
Charges, encontramos un contenido bastante similar, que exigen en primer
lugar la fidelidad a Dios y a la Autoridad espiritual. También la fidelidad al
Rey, y la obligatoriedad para los masones de observar una conducta moral y
prudente tanto en su vida privada como en su vida profesional. Junto a lo anterior, aparecen otros deberes
que apuntarían más directamente a actividades propias de una organización
iniciática, como serían la obligación de guardar los secretos confiados en
Logia, y la de no llamar a los hermanos por su nombre profano, así como la
obligatoriedad, para los aprendices, de ser hombres libres, capaces de cuerpo y
válidos de miembros, cualificaciones que, además de garantizar las condiciones
físicas o personales requeridas por el oficio, guardarían relación con los
requisitos para la iniciación [10].
Contenido
iniciático de los Old Charges
El examen de los documentos disponibles de la
antigua Masonería, pone de manifiesto que la enseñanza más profunda y
verdaderamente iniciática que de la misma se ha conservado por escrito hay que
buscarla principalmente en los rituales que se practican en Logia [11], y en
los comentarios e instrucciones que conforman este auténtico tesoro que son los
catecismos masónicos. Cronológicamente, los catecismos fueron el tercer tipo de
documentos masónicos que se pusieron por escrito (después de los textos normativos
y de los Old Charges), si bien
recogían una tradición oral de innegable antigüedad que estuvo durante siglos
protegida por el secreto. Estos textos fundamentales, mucho más escasos que los
Old Charges, después de siglos de
dispersión y olvido están hoy a nuestra disposición gracias al impagable
trabajo de D. Knoop, G. P. Jones y D. Hamer que los recopilaron, a mediados del
siglo XX, en su obra “The Early Masonic
Cathechisms” [12].
Ahora bien, no tratándose de rituales ni de
catecismos, cabe preguntarse si es posible encontrarse algún contenido
iniciático en los Old Charges.
Si nos centramos en el contenido literal y aparente de
los mismos, en sus historias legendarias del oficio, en sus deberes y en las
frecuentes formulaciones en términos propios de la Cristiandad medieval, aunque
veremos indicaciones relacionadas con la obligación de guardar “secretos” o con
la práctica de férreos “juramentos”, no encontraremos de forma expresa
elementos simbólicos similares a los que existen en los catecismos, tales como
alegorías, palabras secretas, toques o signos, que en un primer momento
permitan atribuir a los Old Charges
un carácter iniciático o esotérico.
Este hecho, es decir, la ausencia en los Old Charges de elementos rituales y
simbólicos que desde la perspectiva actual pudieran considerar como “propiamente
masónicos”, ha sido incluso uno de los argumentos frecuentemente esgrimidos por
los defensores de algunos modelos historiográricos como prueba de que no
existió ninguna continuidad entre la Masonería Operativa y la Masonería
Especulativa. Ésta última, según los partidarios de esta corriente, habría
nacido ex novo en el Siglo de las
Luces sin ninguna clase de transmisión ni continuidad con los antiguos gremios
de constructores, más allá de la mera adopción con nuevas intenciones
simbólicos-sociales de algunas herramientas y roles propios del oficio.
Pero una lectura más atenta de los Old Charges permite ver que bajo la
expresión un tanto infantil y legendaria de los orígenes históricos del Arte de
la Masonería [13], late la intención de dejar perfectamente clara la existencia
en el seno de la Orden de una transmisión ininterrumpida de conocimientos que,
como de llama en llama, fueron pasando de una época a otra, hasta llegar al
mundo moderno. Unos conocimientos que procedían de tiempos prehistóricos y
antediluvianos, y que estuvieron presentes en el antiguo Egipto, en la época de
Abraham, o durante la construcción del templo de Salomón y que también
recibieron los gremios de constructores de la Europa medieval.
Sobre el objeto de esta transmisión, incluso
ciñéndose al sentido literal, no hay duda posible; se trata de las Siete
ciencias o Artes Liberales, de entre las que en todos los casos, se concede
preeminencia a la Geometría, que en los Old
Charges es expresamente señalada como sinónimo de Masonería.
Por lo
tanto, difícilmente se podrá negar que en los Old Charges se recoge, por lo
pronto, el recuerdo de la transmisión desde tiempos prehistóricos de unos
determinados conocimientos técnicos, relacionados con el arte de la
construcción, que proceden de una humanidad de la que nos separan miles de
años.
Un ejemplo de estos conocimientos técnicos que se
conservaron en la Masonería desde tiempo inmemorial, lo tenemos en el método conocido
como “de los cinco puntos” [14], que ya se empleó en la construcción de las
pirámides de Egipto “cuyo vértice se proyecta sobre el punto de intersección de
las diagonales del cuadrado de base, es decir, en el centro mismo de este
cuadrado” [15] y que aún se empleaba durante la Edad Media para la construcción
de edificios de base cuadrada o rectangular.
Llegados a este punto hay que intentar responder a
la cuestión de si ligadas a dichos conocimientos técnicos, estas siete artes
liberales a las que los Old Charges
atribuyen unos orígenes remotos, pudieron vehicular simultáneamente algo más
profundo y más propiamente iniciático.
Y para ello, es muy útil volver al simbolismo que Dante
dio a las siete artes liberales en su Divina Comedia. Sabemos que el propio
Dante dejó escrito que en el Paraíso de su Comedia, las siete artes liberales
se identifican con los “cielos”. También sabemos que René Guénon explicó en
múltiples ocasiones que en Dante, los “cielos” se corresponden con “grados de
iniciación” [16].
De este modo, estas siete artes liberales, en
tanto que ciencias tradicionales, pudieron corresponder a grados de iniciación
[17], por supuesto sin menoscabo de sus contenidos y aplicaciones propiamente
técnicas. Podría considerarse entonces
que cuanto se dice, de una forma velada, en los Old Charges, acerca de
la continuidad entre las diversas épocas y lugares de las artes liberales a
cargo de las cofradías de constructores, haría referencia también a la cadena
de transmisión de una influencia espiritual a lo largo del presente ciclo de la
humanidad. Y la presencia bien conocida en la Masonería de símbolos como el Swastika o el círculo con un punto en el
centro, parecen conectar esa cadena con la tradición primordial que “procede de
las regiones hiperbóreas” [18].
La dimensión iniciática de las Siete Artes
Liberales permite que comprendamos por qué éstas, al contrario que las ciencias
modernas, tuvieron la capacidad de operar como vía de acceso a algo que no está
directamente relacionado con la arquitectura ni con otros conocimientos
técnicos del oficio, sino que es de naturaleza espiritual. Es lo que ocurre,
por ejemplo, con el profundo simbolismo que hay en el hecho de que los siete
peldaños que había que subir en las logias operativas para llegar hasta el
sitial de los tres Grandes Maestros [19], se hiciera corresponder,
sucesivamente, con la Gramática, la Retórica, la Lógica, la Aritmética, la
Geometría, la Música y la Astronomía [20]
Del mismo modo, esto explica que para los antiguos
masones fuese posible establecer una relación de analogía entre cosas
aparentemente tan distintas como las técnicas para construir un edificio y las
técnicas propias del dominio de la actividad espiritual. Así ocurre entre el
referido método de los cinco puntos que se usaba para levantar las líneas
maestras de una construcción, y el levantamiento de un cuerpo humano por medio
de cinco puntos, que es uno de los momentos más importantes en el ritual de
admisión al grado de Maestro Masón [21]. En este último caso, también se trata
de la construcción de un templo, aunque no en la superficie terrestre, sino en
el interior del hombre.
En cualquier caso, podemos estar seguros de que
ambas técnicas [22] fueron parte integrante de esa ciencia que se custodia por
los masones desde “antes del diluvio de Noé” [23], por las que los antiguos
constructores, como se percibe fácilmente desde el anagrama [24] que abren
algunos Old Charges, sentían un
profundo respeto y una auténtica veneración.
Estas indicaciones bastarían por sí mismas para
mostrar la importancia que los Old
Charges tienen para la Masonería actual, en tanto que orden iniciática, al
construir la garantía de la existencia de unas sólidas raíces, sin las cuales
estas no serían otra cosa que un club social más, y su rituales no
pasarían de ser ceremonias vacías de
todo contenido superior, puesto que “es evidente que sólo es posible apoyarse
en lo que existe de forma efectiva, y que, allí donde falta la continuidad, no
puede haber más que reconstituciones artificiales y que no podrían ser viables”
[25].
No obstante, antes de finalizar, pensamos que no
carece de interés hacer algunas últimas observaciones sobre el contenido de los
Old Charges y su relación con el
grado de Maestro.
Este tercer grado, ya aparecía en los manuscritos
masónicos de la época Operativa Sloane,
Dumfries y Trinity College [26], pero fue del todo ignorado por la Masonería
de los fundadores de la Gran Logia Unida de Inglaterra de 1717.
A pesar de que los referidos manuscritos
constituyen la prueba inapelable de esta prexistencia, su ausencia, en el
momento del nacimiento de la Masonería Especulativa, llevó a algunos a suponer
que el grado de Maestro y el simbolismo esencial del maestro Hiram fue
inventado durante el Siglo de las Luces. Esta suposición se vio reforzada por
el hecho de que la mayor parte de los Old Charges no citan a Hiram Abif como el
arquitecto del Templo de Salomón, sino a un tal “Amon” [27] u otra forma
derivada por corrupción de éste, como por ejemplo “Aynon”.
Ahora bien el manuscrito Tew, ya en el año 1680 menciona a “Hymam”, -término tan próximo a “Hiram” como alejado de “Amon”—,
como el maestro y jefe de todos los masones que se congregaron durante la
construcción del templo de Salomón. Por su parte, el manuscrito Beaumont,
fechado en 1690 habla directamente de “Hiram”. Además, a partir de los
artículos publicados por Clement Stretton
y Thomas Carr a principios del siglo
XX, sabemos que la muerte y resurrección ritual del maestro Hiram Abif no sólo era algo ajeno a la
Masonería Operativa, sino que constituía uno de sus extremos anuales más
importantes [28].
Por tanto, vemos que también en los Old Charges existen indicios de que el
rito central de la Masonería actual, la muerte de Hiram y su resurrección en el
nuevo Maestro Masón [29], es de filiación operativa. O dicho de otro modo, el
grado de Maestro que lo vehicula, no es el resultado “de una elaboración especulativa del siglo XVIII”, sino “una especie de ‘condensación’ del contenido
de ciertos grados superiores de la masonería operativa, colmando en la medida
de los posible una laguna debida a la ignorancia en que con respecto a aquéllos
estaban los fundadores de la Gran Logia de Inglaterra” [30].
A la vista de que ya en las Constituciones de 1738
[31] se produjo el restablecimiento del grado de Maestro y se introdujo una
referencia a la muerte del maestro Hiram, parece legítimo pensar que la
rectificación auspiciada por la tradición operativa que culminó en 1813 con la
unión de Moderns y Antiens, fue realmente un proceso que
comenzó mucho antes [32]. Un proceso dirigido por auténticos iniciados que
durante el conocido como periodo de transición aseguraron la continuidad
espiritual de la Masonería e hicieron posible que la parte más importante de
aquella “Geometría” que proviene de los hijos de Lamec, haya podido llegar
hasta el día de hoy, aún a pesar de la pérdida del oficio que le servía de
soporte.
Notas:
[1] Los otros cuatro son Textos normativos,
Catecismos, Rituales y Divulgaciones, aunque no se pueda establecer una
distinción estricta (cf. “Introducción a la Colección El Legado Masónico).
[2] La historia legendaria de la Orden no aparece
en los Old Charges de la Masonería
continental, como atestiguan los Estatutos de los Canteros de Bolonia de 1248 o
las Constituciones de los masones de Estrasburgo de 1459. Interesantes datos
sobre el parecido de los rituales de la Bauhütte
y los de la Masonería actual, tales como la apertura de los trabajos por tres
golpes de mallete, en D. Roman, Réflexions
d’un Chrétien sur la Franc-Maçonnrie. L’Arche
vivante des Symboles, cap. VIII, Editions Traditionnelles, París, 1995.
[3] De ahí que sea el único escrito en verso (el
resto fueron redactado en prosa) y que señale un origen diferente de la
Masonería, atribuyendo su fundación a Euclides en tierras de Egipto, entre
otras peculiariedades, como la mención a los Cuatro Santos Coronados.
[4] También el conocido como “The Matthew Cooke
Manuscript”, en memoria de Matthew Cooke que lo publicó en 1861. Actualmente el
documento original del siglo XV se conserva en el Britsh Museum.
[5] Génesis 4, 17-26
[6] Sobre la asimilación del dios egipcio Thoth,
patrón de las artes, las ciencias y la escritura, con el sacerdocio egipcio que
se encargaba de la conservación y transmisión de la Tradición, cf. R. Guénon,
Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XLI, Editorial Librería Pardes,
Barcelona, 2013. Piénsese, además, en la participación en calidad de arquitecto
que el faraón (que era el primero del estamento sacerdotal) desempeñaba personalmente
y con un claro carácter ritual, a la hora de construir un templo en el antiguo
Egipto. Así en los bajorrelieves de los templos de Edfu y Esna, aparece con una
azada en la mano, cavando la zanja de fundación y clavando unas estacas para
determinar la orientación del edificio. (cf. Jean Hani La Realeza Sagrada, p.
70, José J. Olañeta, Barcelona, 1998).
[7] Recordemos que precisamente fue Euclides quien
recogió en su obra las técnicas geométricas empleadas por la escuela
pitagórica.
[8] Cf. D. Roman, René Guénon et les destins de la Franc-maçonnerie, cap. XII, Etitions
Traditionelles, Paris, 1995.
[9] No parece casual además que, en la Tradición
islámica, Abraham y su hijo Ismael fueran los constructores de la Casa de Dios
o Kaabah.
[10] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XIV, ibíd.
[11] De los que existen algunos ejemplos muy
importantes
[12] Los catecismos recopilados en dicha obra, y
algunos otros, son los que integran el Volumen II de la colección El Legado Masónico, “Catecismos
Masónicos (1696 – 1750).
[13] Es evidente que los anónimos autores de los Old Charges nunca estuvieron preocupados
por la exactitud de los que escribieron siguiendo criterios académicos o
positivos. De ahí los frecuentes errores en fechas o en nombres que a veces se
dan.
[14] «En la
Masonería Operativa, el emplazamiento de un edificio estaba determinado, antes
de emprender su construcción, por lo que se denomina el “método de los cincos
puntos”, consistente en fijar primero los cuatro ángulos, donde debían colocarse
las cuatro primeras piedras, y después el centro, es decir, siendo la base
normalmente cuadrada o rectangular, el punto de encuentro de sus diagonales;
los piquetes que marcaban estos cinco puntos eran llamados landmarks, y está
ahí sin duda el sentido primero y original de este término masónico.» (cf. .
Guénon, Symboles fundamentaux de la
Sciencie sacrée, cap. XLIV, p. 274, Gallimard, 1962, París).
[15] Ibíd.
[16] Cf., por ejemplo, R. Guénon, Symboles fundamentaux de la Sciencie sacrée,
cap. LIV, ibíd..
[17] «¿Por
qué las expresiones tomadas de las artes liberales no habrían podido
desempeñar, en las iniciaciones de la Edad Media, un papel comparable al que
desempeña el lenguaje tomado el arte de los constructores en la masonería
especulativa?... considerar las cosas de este modo es, en suma, llevarlas de
nuevo a su principio.» (Cf. R. Guénon, L’Esotérisme
de Dante, cap. II, p. 14, Gallimard, París, 1957).
[18] Cf. R. Guénon, La Crise du Monde Moderne, cap. II. P. 47, Gallimard folio essais,
París, 1944.
[19] Qué era el lugar más sagrado de las mismas,
en tanto que se asimilaba al Debir o santo de los santos del Templo de Salomón
y, por tanto, el lugar de manifestación de la Shekinah o “presencia divina”.
[20] Cf. Pierre Girad Augry “Las supervivencias operativas en Inglaterra y Escocia”, Travaux de
la Logia Nationale de recherche Villard de Honnecourt, Gran Logia Nacional
Francesa, Vol. 3, 1981.
[21] La referencia más antigua al uso no
arquitectónico sino ritual de los cinco puntos de la Masonería, la tenemos en el
Ms. The Edinburgh Register House. En
el Ms. Graham de 1726 es donde
aparecen por primera vez inequívocamente vinculados al grado de Maestro.
Teniendo en cuenta que el Ms. Edinburgh
Register procede del año 1696, es decir veinte años antes de los
acontecimientos de 1717, quienes ponen en duda la continuidad entre la
Masonería Operativa y la Masonería Especulativa tendrán ante sí una incómoda
labor si pretenden negar el evidente origen operativo de una de las partes más
fundamentales de los actuales rituales masónicos. Los dos catecismos señalados,
que sin duda se cuentan entre los más importantes que existen, forman parte del
volumen II de la Colección El Legado
Masónico.
[22] Que en lo que concierne a la actividad
espiritual es más apropiado denominar “ritos”.
[23] Cf. el Manuscrito York nº 1, del año 1600.
[24] El anagrama es generalmente “Masonrie”, es decir “Masonería”.
[25] Cf. R. Guénon, La Crise du Monde Moderne, cap. II, Ibíd.
[26] Para los tres manuscritos, cf. Catecismos Masónicos, Volumen II de la
colección El Legado Masónico.
[27] Pese a la incuestionable diferencia fonética y
gramatical existente entre Amon e Hiram, no conviene olvidar que la palabra “Amon”,
«tiene en hebreo el sentido de artesano y
arquitecto» y su raíz «expresa, en hebreo como en árabe, las ideas de firmeza,
de constancia, de fe, de fidelidad, de sinceridad, de verdad, que concuerdan
muy bien con el carácter atribuido por la leyenda masónica al tercer Gran
Maestro», es decir, a Hiram Abif (cf. R. Guénon. Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, Tomo II, p.
177-178, Éditions Traditionelles, París, 1992).
[28] “El tercer grado especulativo, como ya se ha
indicado, está, sin embargo, basado en el Ritual operativo, como una adaptación
de la Ceremonia Anual de los Operativos que celebran el 2 de octubre, para
conmemorar el asesinato del tercer Maestro, Hiram Abif, un mes antes de la
Declaración del Templo, que celebraba el 30 de octubre”. Texto de Thomas Carr
en Luis Alejandro Hernández Ríos, El
antiguo sistema de Francmasonería Operativa según los registros de la División
de York, p. 102, Atsiluth, México D. F., 2010.
[29] “En la
Masonería la muerte de Hiram ejemplifica, a nivel humano, ese sacrificio
primordial, y la búsqueda ritual de su cuerpo por “toda la tierra”, y su
hallazgo final, equivale en el fondo a la “reconstrucción” de la “Palabra
perdida”, que es el nombre inefable del Gran Arquitecto”, René Guénon, Symboles fondamentaux de la Sciencie sacrée,
cap. XLVI, Gallimard, 1962, París.
[30] R. Guénon, Symboles fondamentaux de la Science sacrée, p. 116-117, ibíd.
[31] Las Constituciones de 1738 suponen la primera
modificación de las Constituciones de Anderson publicadas en 1723. La segunda
modificación de éstas tuvo lugar en 1813 a raíz de la unión de los Antiguos y
los Modernos.
[32] Durante esta etapa inicial, se fueron
produciendo en las Logias variaciones y alteraciones de los procedimientos
establecidos en su creación, que suponían graves incumplimientos respecto de
las antiguos Constituciones y los antiguos Deberes y Usos. Estas innovaciones
ilegítimas, sirvieron de detonante para que un centenar de masones,
fundamentalmente irlandeses, reunidos en seis Logias y con criterios más
tradicionales en cuanto al mantenimiento de la pureza de los rituales, se separasen cismáticamente, constituyendo en 1751 una Gran Logia conocida con el nombre de “Gran Comité de la Más Antigua y Honorable Fraternidad de Masones Libres y Aceptados según las Antiguas Constituciones". Un destacado miembro de ella, su Gran Secretario Lawrance Dermott, recopiló en 1756 una Constitución bajo el título
de Ahiman Rezon que fue adoptada por
los llamados Antiens.
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