Nos
hacemos eco en esta ocasión de otra magnífica noticia para el ámbito masónico
de publicaciones en castellano, como es la reciente aparición del segundo
volumen de la colección El Legado
Masónico, con el título de "Catecismos Masónicos
(1696-1750)", y editado por la Editorial Librería Pardés. Sin embargo,
como podrán adivinar los lectores avisados, dicha novedad no sólo atañe a la
noticia de una publicación, sino a la labor emprendida de investigación y
recuperación de un corpus doctrinal,
tan indispensable como necesario, de cara a afrontar el objetivo primero y
último de todo masón: su propia realización espiritual; ligado
indefectiblemente a la recuperación de la verdadera naturaleza operativa de la
Masonería. Frente a tantas falsificaciones y tantos abusos, frente a
equivocados intentos de reconstrucciones agotados, extraños maridajes,
profanaciones, injertos de tradiciones ajenas, reinterpretaciones modernistas e innovaciones imposibles y
estériles, es sólo esta labor paciente y segura hacia el estudio y asimilación de
las propias fuentes de la Masonería, dentro del encuadre teórico y doctrinal tradicional
adecuado, el que tarde o temprano deberá ofrecer sus frutos en orden a
concurrir efectivamente, cada cual en su rango y medida, a la realización del «plan
del Gran Arquitecto del Universo».
Dejamos
a continuación la introducción que da comienzo a este segundo volumen.
*
* *
Introducción a los Catecismos Masónicos (1696-1750)
Los manuscritos y
documentos masónicos más antiguos, por tanto aquellos que pueden presumir de
una mayor autoridad, son conocidos como las Constituciones
de la Masonería[1] o, más familiarmente, Old Charges. Todas ellas tienen en común la presencia de
invocaciones al Gran Arquitecto del Universo, fragmentos de historia
tradicional y legendaria de la Corporación y un cuerpo normativo para el
gobierno de la Institución y de sus miembros. Estos deberes se inspiran, aunque
no pueden identificarse con ellos, en los llamados landmarks, reglas que nunca fueron escritas y a las que no se puede
asignar ningún origen histórico definido.
Junto a las Old Charges existen otros textos que
presentan una estructura de catecismo, es decir, propiamente de preguntas y
respuestas. Los catecismos masónicos, manuscritos o impresos, son
decididamente menos numerosos y antiguos que las Old Charges[2]. Algunos de los manuscritos presentados en
este volumen, como el Edinburgh Register
House Ms. o el Wilkinson Ms., se muestran sin lugar a
dudas como elementos de apoyo utilizados en Logia, para compensar una
disminución de la capacidad de retención de
la memoria para la enseñanza simbólica y oral, aunque también los textos de imprenta
que les acompañan en el presente trabajo, han tenido sin duda el mismo
objetivo.
Es importante señalar que,
aunque actualmente abandonados u olvidados, los catecismos masónicos pueden
vehicular un conocimiento simbólico de un modo más eficaz que otras modalidades
de enseñanza, con vistas a una realización iniciática.
Si para la iniciación
masónica, así como para toda otra forma iniciática, el objetivo es la ‟realización
espiritualˮ,
que no es otra cosa que el conocimiento efectivo de los principios cosmológicos
y metafísicos, la enseñanza que le corresponda deberá utilizar una modalidad
adecuada a este fin. Visto su objeto y su finalidad, precisa transmitir algo
que en su esencia es ‟incomunicableˮ e ‟inexpresableˮ; se trata de los ‟estadosˮ realizados interiormente cuya naturaleza, conviene
remarcarlo, supera muy ampliamente al estado humano, y por consiguiente las
facultades de éste resultarán ser incompletas e inadaptadas para expresarlo.
Con objeto de recuperar la
verdadera naturaleza operativa de la Masonería como organización tradicional e
iniciática, parece lógico emprender el estudio de las doctrinas tradicionales
y del patrimonio simbólico de la misma[3]. La traducción y el estudio de sus
catecismos, en la medida de lo posible, contribuirán a la recuperación de este
patrimonio, que podemos definir propiamente como una verdadera ‟ciencia tradicionalˮ.
En la base de este trabajo
está la convicción de que el simbolismo es un lenguaje mucho menos limitado y
más universal que el lenguaje común, y ello porque refleja las leyes naturales
que, a su vez, no son otra cosa que la manifestación y la expresión de los
principios metafísicos cuya naturaleza es esencialmente ‟no-humanaˮ. Así puede decirse
que estas ‟leyesˮ son la expresión
misma de la Voluntad divina y del ‟Verbo divinoˮ. La operación de este ‟Verboˮ produce la manifestación universal y
se refleja ante todo en la ‟Tradición primordialˮ, de la que derivan todas las formas secundarias,
incorporándose en los símbolos que transmiten en su interior, y que han
conformado las formas tradicionales de todas las edades de este ciclo de
manifestación.
La correspondencia
existente entre los diversos planos de la realidad es por tanto el fundamento
mismo del simbolismo[4]. Ésta permite representar la realidad, por elevada que
sea, mediante algo que pertenece al mundo ‟sensibleˮ del hombre, y por tanto, capaz de elevar su mentalidad.
“La forma del lenguaje es, por
definición, ‟discursivaˮ como la razón humana de la que es el instrumento propio y a la que sigue o
reproduce su marcha lo más exactamente posible; por el contrario, el simbolismo
propiamente dicho es verdaderamente ‟intuitivoˮ, lo que,
naturalmente, le hace incomparablemente más apto que el lenguaje para servir
como punto de apoyo a la intuición intelectual y supra-racional, y es por esto
precisamente por lo que éste constituye el modo de expresión por excelencia de
toda enseñanza iniciáticaˮ [5].
En toda organización
tradicional regular y completa, el simbolismo es la modalidad principal de la
enseñanza iniciática. Esto explica la eficacia operativa de la restitución y comprensión de los símbolos
masónicos, como preparación al trabajo puramente interior, gracias al cual la
iniciación, de virtual que era en el momento en que se confirió, podrá devenir
efectiva. De hecho, toda enseñanza iniciática ‟no
puede ser otra cosa que una ayuda exterior aportada al trabajo interior de
realización, a fin de apoyarlo y guiarlo tanto como sea posibleˮ[6].
La naturaleza
auténticamente tradicional e iniciática de la Masonería permite afirmar la
existencia de catecismos realmente antiguos porque, en el origen de este tipo
de organizaciones, la instrucción se transmitía sobre todo de forma oral, y
sólo tardíamente se comienza a advertir la necesidad de fijar con la escritura
tal forma de enseñanza, que es la más exterior; esto sucedió también incluso
con los rituales masónicos, siguiendo así la Orden el mismo camino que el resto
de organizaciones iniciáticas.
La etimología de la palabra
-‟catecismoˮ (κατηχισμοσ)
deriva de hecho del verbo griego κατεχεω ‟instruir a viva vozˮ- constituye una confirmación ulterior de que en origen
la enseñanza, aun estando estructurada en preguntas y respuestas, se daba oralmente;
por lo demás hubiera sido difícil impartir en una cantera una instrucción de un
modo diferente; el H\ R. Guénon escribe que ‟en los antiguos ‟catecismosˮ masónicos, la lengua se presenta como la ‟llave del corazónˮ. Ahora bien, la
relación entre el corazón y la lengua simboliza lo que existe entre el ‟Pensamientoˮ y la ‟Palabraˮ, es decir, …
la que existe entre los dos aspectos, interior y exterior, del Verboˮ[7].
En la enseñanza oral, la palabra pronunciada por la lengua debe ser enviada a
la memoria, es decir, debe llegar directamente al corazón (en francés y en
inglés se alude al corazón para indicar la memoria, con las expresiones ‟par coeurˮ y ‟by heartˮ). La memoria tenía
pues una función activa en relación a la ‟exteriorizaciónˮ de aquello que se había aprendido y podía ser
considerado junto con la concentración como dos caras de una única moneda, y
esto da respuesta a las insinuaciones de pasividad lanzadas contra la enseñanza
tradicional.
Concluyendo, a pesar de que
la importancia del simbolismo como forma de instrucción para conducir al
iniciado a asentir verdades de orden supra-humano es generalmente desconocida
entre muchos Masones actuales o incluso combatida, dado que se encuentra tan
lejos como se pueda imaginar de la mentalidad del hombre moderno, nos parece
haber hecho entrever las perspectivas iniciáticas que se pueden abrir con la
recuperación de esta forma de enseñanza en todas sus modalidades, no siendo la
menos importante la catequética de preguntas y respuestas, que constituye la
característica común de los textos presentados en este volumen[8].
Barcelona, 21 de Septiembre de 2013
Renato
Torres
Notas:
[1]
No confundir con las Constituciones
de 1723 «cuyos autores se aplicaron precisamente, tanto como pudieron, en hacer
desaparecer las antiguas Old Charges,
es decir, los documentos de la antigua Masonería Operativa» (R. Guénon, Études sur la Franc-Maçonnerie et le
Compagnonnage, t. I, p. 193, Éditions Traditionnelles, Paris, 1964).
[2] La Carta di Bologna
data del año 1248, The Regius Poem
del 1390 ca., etc., mientras que el catecismo manuscrito más antiguo, el Edinburgh Register House Ms., remonta
solamente hasta el 1696.
[3] Encontramos una ritualidad similar a la masónica en
tradiciones tan alejadas como el Taoismo (cf. Pierre Grison, La lumière et le boisseau, Éditions
Traditionnelles, Paris, 1986; Le Hong-fan,
traducido por Pierre Grison, Éditions Traditionnelles, Paris, 1981).
[4]
Esta “ciencia tradicional”, verdadera Ciencia Sagrada, permite comprender
que la naturaleza del símbolo es susceptible de múltiples interpretaciones al
derivar de diferentes puntos de vista correspondientes a los diferentes grados
de la manifestación universal; pero sobre todo explica cómo estos múltiples
significados no entran en conflicto entre ellos sino que, por el contrario, se complementan
entre sí en virtud de la correspondencia mencionada. Cf.
R. Guénon, Le Symbolisme de la Croix,
Prefacio, Guy Trédaniel, Paris, 1984.
[5]
R. Guénon, Consideraciones sobre la
Iniciación, cap. XVIII, Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2012.
[6] R. Guénon, Consideraciones
sobre la Iniciación, cap. XXX, ibid.
[7] R. Guénon, Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, t. II, pp.
46-47, nota del artículo “Parole perdue et mots substitués”, ibid.
[8]
Incluimos también en apéndice algunos textos, no exentos de humor, que
constituyen una respuesta a la publicación, y por tanto divulgación, de
aquellos que pueden aparecer como la revelación de secretos masónicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario