En un libro notable, Consider the lilies, how they grow (Matt. 6:28), publicado por la Pennsylvania German Folklore Society, 1937, Mr. Stoudt, cuya interpretación del arte germano de Pennsylvania se basa enteramente sobre «las manifestaciones históricas de la religión mística» (con un acento especial en Jacob Boehme, Dante, San Bernardo y la Biblia), estuvo intrigado durante mucho tiempo por el motivo del diamante; hasta que al descubrir un pasaje en los escritos de Alexander Mach, donde (de acuerdo con los textos bíblicos que se citan abajo) a «Cristo se le llamaba el Eckstein..., se dio cuenta de que la palabra (germana) para “diamante” era la misma que para “piedra de esquina” (p. 76). El emblema aparece en estufas calientaplatos, y en relación con esto Mr. Stoudt cita apropiadamente la instrucción de Clemente de Alejandría a los primeros cristianos al efecto de que colocaran los símbolos aceptados de Cristo en sus utensilios domésticos.
Hasta aquí, bien. Sin embargo, nosotros podemos seguir adelante, e indagar en cuales sentidos a Cristo se le llama a la vez «diamante» y «piedra de esquina», o más literalmente «piedra angular»[1]. En Salmos 118:22 = San Mateo 21:42 = San Lucas 22:17, tenemos «La piedra que los constructores desecharon, la misma ha devenido la cabeza del ángulo» (κεφαλἠν γωνιάς, caput anguli); en Efesios 2:20, «Él mismo es la piedra angular principal» (ὀντος ὰκρογοναίον ὰυτου χρισου Ἰνσου, ipso summo angulari lapide Christo Jesu), y el texto prosigue: «en quien cada edificio separado y exactamente ensamblado (συναρμοδογομένη, constructa = sánscrito saṁskṛta) crece como un templo sagrado (είς ναὸν αγιον) en el Señor, en quien vosotros también sois edificados juntos (coedificamini) como una edificación de Dios en el Espíritu (ἐν Πνεύματι= sánscrito ātmani)». La intención evidente del texto es describir a Cristo como el único principio del cual depende la totalidad del edificio de la Iglesia. Ahora bien, el principio de algo no es una de sus partes, ni está dentro de ellas, ni es tampoco una totalidad de ellas, sino eso en lo que todas las partes se reducen a una unidad sin composición. La figura es paralela a la de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Pero, por muy importante que sea, una «piedra angular», en el sentido aceptado de una piedra situada en la esquina de un edificio, aunque se trate de la esquina más elevada, es sólo uno de cuatro soportes iguales; así pues, en toda lógica, nosotros no podemos hablar de la piedra angular; y por su parte, cada una de las piedras angulares, en lugar de ser el principio dominante del edificio, más bien lo refleja. Aquí comenzamos a sospechar que el significado de «piedra angular» puede no haberse comprendido; es decir, que eso en lo que los hombres están «todos ensamblados» no puede considerarse como una piedra angular en el sentido de una piedra situada en la esquina o el ángulo del edificio.
Para saber lo que se entiende por las expresiones evidentemente equivalentes de «cabeza del ángulo» y «(piedra) angular principal», debemos preguntarnos primero lo que se entiende por «ángulo» o «(piedra) angular». Hablar de una «esquina» elude la cuestión porque, para nosotros, una esquina es siempre una de varias esquinas, lo más habitual una de cuatro; «ángulo», que puede implicar la esquina o la cima de un edificio o de un frontón, es intencionalmente ambiguo. Γωνία puede referirse a la posición, por ejemplo en un ángulo, o a la figura, por ejemplo en un «polígono», o cuando significa el «cortaaguas de un puente». Γωνία es aquello que es prominente o que sobresale, y se usa metafóricamente en este sentido en la versión bíblica de los Setenta (I. Samuel 14:38): «todos los jefes del pueblo», en la versión de la Vulgata angulos populorum; la palabra hebrea que se traduce por ángulos es pinnāp, plural de pinnoth. El inglés «quoin» o «coign», que es el equivalente etimológico de γωνία , puede ser una piedra angular sin importar el nivel, o puede ser un caballete, según el contexto[2].
Las palabras que significan «ángulo» o «angular» se combinan con otras que significan «cabeza» y «extremidad». Κεφαλἠ, «cabeza», y arquitectónicamente «capitel», sólo puede aplicarse a lo que forma la cima de algo. Ἅκρος implica extremidad[3], en cualquier dirección que sea, como en «acrolíthico», una estatua cuyas extremidades, cabeza, manos y pies, son de piedra, pero a menudo con referencia especial a la cima o la parte más alta, como en «acropolis». Ἀκροτήριον es el pedestal para una figura u otro terminal en la cima o en las esquinas de un frontón o sobre un caballete (o a veces se refiere al pedestal y a la figura juntos). En el caso de una estructura de piedra, tal pedestal o terminal podría haberse llamado propiamente un ἀκρογωνιαῐος λίθος.
¿Cuál era la figura del edificio implícito o dado por hecho en nuestros textos? Sería conveniente pensar en un edificio adomado o de techo como de tienda, pero es más plausible un edificio rectangular con un techo en pico, en vista de la probable derivación de la forma del templo de Salomón a partir de la del Tabernáculo, que era también la forma tradicional del Arca. La terminación en ángulo de un tal edificio expresa su esencia en proyección vertical. Si ahora igualamos ἀκρογωνιαῐος λίθος con ακροτήριον, será ciertamente a la piedra angular superior, y no a ninguna de las piedras angulares laterales, a la que Cristo habría sido comparado. Ciertamente, Él es la cima del techo. Por consiguiente, nuestro punto de vista es que el significado real del texto podría traducirse mejor «ha devenido la piedra clave del arco», o «la clave de la bóveda». En otras palabras, nosotros le vemos en esa posición de la cima de un domo que, en la arquitectura cristiana, la ocupa regularmente la figura del Pantokrator o un monograma correspondiente o un símbolo solar, o incluso un «ojo» arquitectónico sobremontado por una «linterna»[4]. Él es la piedra clave, la piedra del caballete, o la clave de bóveda de la estructura cósmica que es también su «Cuerpo Místico», monumento y lugar de morada, y del cual el hombre individual es una analogía microcósmica.
Ahora podemos llamar la atención ventajosamente hacia algunos paralelos orientales que resultan más bien admirables. En Jātaka I.1.200-1 y Dhammapada Atthakathā I.269 se está construyendo una «sala de reposo» (vissamana-śālā)[5]. El edificio no puede hacerse de madera verde, sino sólo de madera seca. La mujer Sudhammā, «Virtud Perfecta», ha preparado de antemano una clave de bóveda de madera seca. Los constructores, que quieren retener para sí mismos el mérito de la obra, se ven obligados a usar este kaṇṇika contra su voluntad: el palacio celestial, pues tal es en último análisis la «sala de reposo», no puede completarse de otra manera. La clave de bóveda de madera dura que los constructores habían rechazado deviene la piedra clave del techo. Debido al hecho de que Sudhammā ha aportado el elemento que corona la estructura, se da su nombre a la sala de reposo misma[6]. El nombre sudhammā es manifiestamente el de un principio, y es idéntico en significado con el kusalā-dhammā («poderes eficientes de la consciencia», es decir, «virtudes perfectas», pero no exclusivamente en un sentido ético) de milindapañha 38 como se cita en el párrafo siguiente.
Como hemos mostrado en otra parte, la clave de bóveda es la pieza maestra del techo, como el techo mismo es la característica esencial del edificio, que es sobre todo un hogar[7]. Así pues, la clave de bóveda o, en algunos casos, el caballete, deviene acordemente el tema de numerosas parábolas, por ejemplo Milindapañha 38 «De la misma manera que las vigas de un edificio de techo de cuchillo van hacia la cima, se sostienen en la cima y se juntan (samosaraṇā) en la cima, y a esta cima se la reconoce como la sumidad (agga = agra) de todo, así todos y cada uno de los poderes eficientes de la consciencia (kusalā dhammā )[8] se aúnan (samādhi, etimológica y semánticamente «síntesis») en su cabeza (pamukha), se sostienen y tienden hacia el aunamiento», o, en los términos de otra comparación, como las cuatro alas de un ejército se relacionan con el rey, rodeándole y dependiendo de él como su cabeza.
Vista desde abajo, nuestra clave pende de la bóveda del techo, aunque evidentemente, no está soportada desde abajo, sino que es más bien, virtualmente, el capitel de un pilar central; de la misma manera que el poste de un cuchillo, aunque soportado por una viga travesera, es virtualmente la parte superior de una columna que se extiende hacia abajo y que es soportada por el suelo. El pilar central implícito así puede compararse al poste central de una tienda o al mango de un parasol; la equivalencia del techo con el parasol es explícita. Un tal pilar central corresponde también al tronco del Árbol de la Vida y al poste vertical de la Cruz, griego stauros, sánscrito skambha; y es el principio central de toda la construcción, que parte desde él hacia abajo y que vuelve a él por arriba, como puede verse rápidamente si consideramos un edificio en su aspecto más simple, que es el de un tepee o una pirámide. El empleo efectivo de este pilar central está implícito en una forma más antigua de la parábola citada arriba, a saber, en Aitareya Āraṇyaka III.2.1, donde «De la misma manera que todas las demás vigas (vaṁśa, literalmente «bambú») se unifican (samāhitāḥ) en la viga central de la sala (śālā-vaṁśa), así están unificados en este Soplo (pāṇa) los poderes (indriyāṇi) del ojo, el oído y la mente, el cuerpo y la totalidad del Sí mismo (sarva ātmā)». Como es usual, aquí el «Soplo» se refiere al Brahman y al Ātman, es decir, al Espíritu[9].
El edificio mismo es el cosmos en una semejanza, y por consiguiente una semejanza del cuerpo» del Hombre cósmico (lokāvatī, Maitri Upaniṣad VI.6), a saber, el «cuerpo místico» de Cristo «del cual vosotros sois miembros»[10]: la clave de bóveda en la que se encuentran las vigas (como se encuentran en un punto los ángulos de una pirámide, o las varillas de un parasol, o los radios de un círculo), es el Sol de los Hombres (sūryo nṛn Ṛg Veda Saṁhitā I.146.4), el «loto único del cielo» (Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad VI.3.6). El pilar expreso o implícito, en torno al cual se construye todo el edificio, con sus cuatro esquinas o cuadrantes (representados a veces por otros pilares), es el centro o el «corazón»[11] del edificio en cualquier piso, círculo (cakra, loka) o nivel de referencia (por muchos niveles que pueda haber): y, cósmicamente, es el pilar del Sol[12] que se extiende desde el centro del cielo hasta el ombligo de la tierra, y el pilar del Fuego que se extiende inversamente desde el ombligo de la tierra hasta el centro del cielo; y es igualmente el «pilar de la vida en el punto de separación y de encuentro de las vías» (Ṛg Veda Saṁhitā V.5.6, V.139.3, etc.), el Branstock o tronco ígneo del Árbol de la Vida y de la Zarza Ardiente, el Dardo de Luz o el Rayo que separa y une a la vez el cielo y la tierra, y con el que el Dragón fue herido en el comienzo, y el tronco vertical de la Cruz de Luz —stauros y skambha. En este pilar omniforme, que se extiende desde el piso hasta el techo del cosmos, existen todas las cosas en una sola forma, a saber, la forma única que es la forma de cosas muy diferentes: «Ahí es inherente este todo, ahí todo lo que se mueve, todo lo que respira… que, concurrentemente (sambhūya, «ensamblado», «combinado», etc.), es un único» (ekma eva, Ṛg Veda Saṁhitā V.8.7-11) corresponde a Efesios 2:20 «en quien vosotros también sois edificados juntos», y a los Hechos apócrifos de Juan, 98-99: «una cruz de luz levantada, en la cual había una forma y una semejanza, y en ella otra multitud de formas diversas… Esta cruz, entonces, es la que mantenía fijadas todas las cosas aparte y la que juntaba todas las cosas a sí misma… y la que también, siendo una, fluía dentro de todas las cosas». El hecho de que el Vajra, en tanto que «rayo», coincida con el Skambha, en tanto que Axis Mundi, es una doctrina cuyo similar puede reconocerse en Heráclito XXXVII, «el rayo (κεραυνός) gobierna (οἰακίζει) todas las cosas», o —como podría haberse dicho también— οίκίζει, «construye todas las cosas»[13].
La «cabeza» de este pilar es la Faz de Dios, solar y presenciadora del hombre (nṛ-cakṣus), el sol omnisciente y omniforme, que es también el espíritu cuyo beso dota de ser a todas las cosas (Śatapatha Brāhmaṇa VII.3.2.12-13), y que conecta a todas las cosas a sí mismo en una única con-spiración. Además, su Orbe no es sólo la clave de bóveda del cosmos, sino la puerta de los mundos, a cuyo través uno se libera enteramente, saliendo del cosmos —«Ningún hombre va al padre salvo por mí… Yo soy la vía… Yo soy la puerta» (San Juan 14:6 y 10:9). Arquitectónicamente, la «cabeza del ángulo» es nuestra clave de bóveda, piedra de caballete, y acrótero, es decir, el capitel de un pilar axial, que es realmente un pilar de luz pneumática, y que, si no está realizado estructuralmente, por ello no está menos presente idealmente. Macrocósmicamente, esta «cabeza del ángulo» es el Sol en el cenit; y quienquiera que vuelve a este Sol, a saber, a la Verdad, como igual a igual, por una ablatio omnis alteritatis[14], deviene un Movedor a voluntad y para él es «día para siempre».
En diferentes países, la piedra o el metal más duro y más brillante que se conoce, ha sido el símbolo de la indestructibilidad, de la invulnerabilidad, de la estabilidad, de la luz y de la inmortalidad. En este sentido, el indio de Norteamérica conserva hasta este día lo que era ya probablemente un uso paleolítico del «sílex»[15]; el piramidion egipcio estaba hecho de granito «pulido como un espejo»; el adamante (diamante) del mundo clásico era probablemente de origen indio; los chinos tenían su jade, pero con el budismo derivaron también de la India los valores simbólicos del vajra, que tradujeron por el carácter chin (Giles 2032) cuyo valor principal es metal, especialmente oro, y también arma.
El sánscrito vajra no es sólo el relámpago, el rayo, el dardo, o la lanza con la que Indra hirió al Dragón en el comienzo, y el Axis Mundi y el Pilar Sacrificial, skambha y stauróς (sánscrito shtāvaraḥ, «firme»), sino también «diamante», y en este último sentido con referencia especial a las cualidades de dureza, de indestructibilidad, y de brillo intelectual. Tenemos, por ejemplo, expresiones tales como vajrâsana, «trono de diamante»[16] (sobre el que se han sentado en el Ombligo de la Tierra el Buddha y todos los Munis precedentes), y vajra-kāya, «cuerpo de diamante», un cuerpo de luz inmortal. El sánscrito aśri, ángulo, esquina, y aṁśa, parte, esquina, filo, punta, etc. se relacionan con ἄκρος, acer y acies[17]. Del vajra, como arma o poste sacrificial, se dice constantemente que es «angular», por ejemplo, «de cuatro filos» (catur-aśri) en Ṛg Veda Saṁhitā IV.22.2; en Aitareya Brāhmaṇa II.1 y Kausitakī Brāhmaṇa X.1 se identifican el poste sacrificial (yūpa = σταυρός) y el rayo (vajra), y tanto a uno como al otro se les hace que sean «de ocho ángulos» (aṣṭaśri )[18]. Es evidente que el vajra, como «adamante» o diamante, es una piedra que tiene naturalmente ocho ángulos. De la misma manera, el pali attaṅsa, «de ocho filos», es a la vez «diamante», y «pilar», típicamente de un palacio celestial (para referencias ver PTS, Pali Dictionary, s.v.). El chino pin (japonés kongō, sánscrito vajra), en combinación con otro caracteres, nos da expresiones tales como «corneja de oro» (el Sol), y «pivot o eje de diamante» (la Luna). El carácter para «eje», shu (Giles 10092) implica también «centro», y todo lo que es fundamental: t’ien shu es el polo o eje sobre el que gira el cielo; shu yü (Giles 13626) es el poder que controla, la mente que guía, ήγεμών. Sin adentrarnos más en el análisis de estas expresiones, será suficientemente evidente que el complejo de ideas en el que están inseparablemente conectadas las nociones de la cualidad adamantina y del eje polar o solar del universo es una parte esencial de una tradición universal y extensamente distribuida, a la luz de la cual deben considerarse las frases bíblicas examinadas arriba.
Concluiremos con una referencia a la noción de una piedra de esquina o piedra angular que es también una extremidad en los términos de la arquitectura egipcia. Ninguna unidad arquitectónica que pueda considerarse sería más apropiada que un piramidión (el miembro que corona una pirámide) a la frase «cabeza del ángulo», o simplemente «ángulo», como se usa en OT. para significar caudillo o líder. Los piramidia de Weserka-ra (décima dinastía) y de Amenemhat III (duodécima dinastía) se describen en Ann. du Service des Antiquités XXX, 105 sigs., y III, 206 sigs. La característica de estos piramidia es su simbolismo solar. Del primero, «una gran punta de pirámide de granito negro», se nos dice que «En lo alto de cada una de sus caras, el disco solar extiende sus alas protectoras», donde los cuatro símbolos solares son los de las «divinidades de los cuatro puntos cardinales, a saber, Ra, Ptah, Anubis y los astros nocturnos». El segundo «está tallado con una regularidad singular y ha sido pulido como un espejo… La faz está ocupada por un bello disco alado flanqueado por dos Uraeus; entre las dos alas hay grabado un grupo formado… de los dos ojos, de los tres laudes y del disco no alado» (en cuyo centro se marca el centro del círculo): «Cada cara, que responde a una de las casas del mundo, está consagrada a la divinidad que protege esa casa». Aquí se reconocerá inmediatamente la disposición normal de un punto central, rodeado por cuatro guardianes de los cuatro cuadrantes. Las leyendas grabadas en las cuatro caras del piramidión son diálogos entre el decedido o su sacerdote y las deidades guardianas de las «casas» respectivas: en el Este, por ejemplo, «“Ábrase la faz del rey Nimārī (nombre del rey como hijo de Ra, el Sol) para que dé al rey Amenemhaît levantarse como dios señor de la Eternidad e indestructible”. Así habla el sacerdote, y el dios Harmakhis, guardián de la casa este responde, “Harmakhis ha dicho: yo he dado el horizonte excelente al rey del sur y del norte que toma la herencia de las dos tierras” —aquí se dirige directamente al rey— “para que tú te unas a él; así me ha complacido”. Y el horizonte toma la palabra a su vez. “El horizonte ha dicho que tú te reposes en él; así me ha complacido”». Y similarmente en las otras casas.
A esto debe agregarse que el jeroglífico del «piramidión», bnbn.t (también la «punta de un obelisco»), en la combinación bnbn.tj deviene un epíteto del Dios Sol, «Él, del piramidión»[19].
El rey decedido es aceptado así al mismo tiempo por las cuatro caras o el cuádruple aspecto[20] del Sol, y se identifica con el Sol, mientras que los dos reinos, el norte y el sur, son analógicamente el Cielo y la Tierra, cuya herencia recibe; la pirámide misma, que no representa meramente la tumba, sino al mismo tiempo la incorporación cósmica o el lugar de morada del rey resucitado, deviene ahora un miembro del «cuerpo místico» del Sol. Como se podría decir, el apex de la pirámide, que es también el Sol, es arquitectónicamente el único principio en el que todo el resto del edificio se edifica y que existe más eminentemente. Si bnbn.t es también la «punta de un obelisco», que corresponde al «Pilar del Sol» de otras tradiciones, a este pilar puede decirse que lo representa el espigón que se proyecta desde la superficie de la base del piramidión y que lo sostiene firmemente cuando está en su sitio. Ahora bien, si Cristo es el «ángulo» o la «cabeza del ángulo», es evidente que, en la fraseología arquitectónica egipcia, esto podría haberse expresado diciendo que «ha devenido el bnbn.t» en lugar de «ha devenido la cabeza del ángulo». No es absolutamente imposible que la expresión hebrea misma fuera finalmente de origen egipcio, y que así deba restaurarse.
Notas:
[1] Cf. Wynkyn de Worde, Pilgr. Perf.. 183, «El diamante más precioso para la humanidad, tu dulce hijo Jesús».
[2] De la misma manera que en la arquitectura característica de Orissa, donde la forma āmalaka se repite como una piedra de esquina en los diferentes niveles de la elevada torre y también forma la piedra del caballete; las piedras de esquina son realmente cuartos de āmalaka, y sólo la piedra de la cima (la clave de la bóveda) exhibe la forma entera. El āmalaka de la cima es aquí, ciertamente, la «cabeza del ángulo», a la vez en tanto que los cuatro ángulos de la torre convergen hacia ella, y en tanto que la forma de los ángulos subsiste en ella más eminentemente, al mismo tiempo más plenamente y en un nivel de referencia más alto. Para un ejemplo ver mi History of Indian an Indonesian Art, Fig. 216.
[3] El sánscrito agra es generalmente «cima», pero también puede significar «extremidad» en cualquier dirección; metafóricamente es también «anterior», «primero», etc.
[4] Ver mi «Symbolism of the Dome». Se hace mención especial al hecho de que la clave de bóveda está «perforada»: no puede caber duda de que es el equivalente arquitectónico de la Puerta del Sol a cuyo través uno se libera enteramente; la «perforación» es el «ojo» del domo celeste, o, en otras palabras, el Sol; «Yo soy la puerta, si un hombre entra por mí, será salvado», etc. (San Juan 14:9).
[5] Cf. vissama-ṭṭhāna en Saṁyutta Nikāya I.201, Comm., y vissametu (causativo), en Jātaka III.36 donde el patrón «da reposo» a los viajeros fatigados. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os daré reposo… Cuan a menudo quise reunir a tus hijos juntos» (San Mateo 11:28 y 23:37). La raíz es vi-śram, «cesar de faenar». La significación anagógica es evidente; pues es precisamente el Wayfarer (parivrājaka, carṣaṇi) el que «trabaja» (śramati), y de aquí la designación usual del monje, del asceta, del mendicante, etc., como un «Afanado» (śramaṇa). La Casa del Reposo en el fin de la vía, en el fin del mundo, donde se descarga el fardo, es entonces viśramaṇa en el sentido de que quienquiera que entra allí ya no es un «Afanado», ya no está bajo la regla, sino enteramente «liberado» (de sí mismo). Y de la misma manera que el sacrificador en el rito védico, al «edificar» a Agni, está edificando para sí mismo al mismo tiempo un «cuerpo de luz», así, quienquiera que como Sudhammā «edifica» una casa de reposo, está edificando al mismo tiempo la mansión celestial, y atesorando un tesoro en el cielo:
Se estaba edificando una casa, y vuestros amargos suspiros
Llegaban aquí como melodías de ayuda a la faena,
Y en el mortero de nuestro muro construido de gemas
Vuestras lágrimas se mezclaban en mitad de la subida y la bajada
De paletas de oro que cantaban en las manos
De constructores reunidos de todas las tierras.
— ¿Está la casa acabada? No, ven y ayuda a construir…
(William Morris)
[6] Sudhammā es en realidad la esposa de Magha (el Indra solar), en el mismo sentido en que la Iglesia es la esposa de Cristo, y el Sudhammā Devasabhā (del cual hay una representación en relieve en Bharhut, ver Cunningham, Stupa of Bharhut, Lám. XVI) es el palacio de Indra y análogo a la sala de reposo para la que «Virtud Perfecta» proporciona la clave de bóveda.
[7] Un hogar material lo necesitan sólo aquellos que están «bajo el sol». La liberación, que es una salida del cosmos por la Puerta del Sol, se describe a menudo como un paso a través de la clave de bóveda, y al Buddha, en tanto que se libera así, a menudo se le llama vivaṭa-chado, «aquel cuyo techo ha sido abierto»; de lo cual, además, el abandono de la vida hogareña y la adopción de la vida al aire libre de un «errante» es ya una prefiguración.
[8] Estos poderes de la consciencia, o virtudes o actos del intelecto práctico (colectivamente dhammā, aquí casi equivalentes a indriyāṇi, prāṇāḥ, y a devāḥ) son «el contacto (de sujeto con objeto), la sensibilidad, el reconocimiento, la voluntad, el conocimiento, el consejo y el hábito» (phassā, vedanā, saññā, cetanā, viññāna, vitakka, vicāra). Cuando éstos se han unificado (ekatobhavā), su operación ya no implica un secuencia temporal de actos, sino que deviene un único acto de ser (Milindapañha 63).
[9] Para un examen detallado de los símbolos arquitectónicos que se tratan en los párrafos precedentes ver mi «Symbolism of the Dome» (loc. cit), «Uṣṇīṣa y Chatra» (Poona Orientalist, III, 1938, «Inverted Tree», y «Svayamātṛṇṇā: Janua Coeli». René Guénon, «Le symbolisme du dôme» y «Le dôme et la roue», Études traditionelles, XLIII, 1938, y P. Mus, Barabaḍur, partes IV y V.
[10] Cf. Muṇḍaka Upaniṣad II.1.4 «El Fuego es su cabeza; Sus ojos, la luna y el sol; las direcciones son Sus oídos; Su voz es los Vedas revelados; el viento es Su soplo; Su corazón es el todo; de Sus pies proviene la tierra; Él es ciertamente el Espíritu inmanente en cada ser» (sarvabhūtântarâtma).
[11] El pilar axial de una pagoda (stūpa) japonesa, a cuyo alrededor se enrolla una escalera en espiral, se llama efectivamente el «pilar del corazón» (shinbashira) y así se distingue de los cuatro «pilares guardianes» (shitēn-bhasira) de las «esquinas».
[12] Aitareya Brāhmaṇa V.28.1, ādityaḥ yūpaḥ pṛthrivī vediḥ. Aitareya Brāhmaṇa II.1, vajro vai yūpa.
[13] Para el skambha, el Axis Mundi, en tanto que el Brahman, y única forma de todas las cosas, ver la totalidad de Atharva Veda Saṁhitā X.7 y 8. La doctrina es de una importancia fundamental para toda la ontología védica.
[14] Para Nicolás de Cusa, la condición de la filiatio y de la theosis se define así. Cf. «Si un hombre viene a mí y no odia…, y a su propia alma también, no puede ser mi discípulo» (San Lucas 14:26); «La palabra de Dios… penetra hasta la separación entre el alma y el espíritu» (Hebreos 4:12, cf. Dionisio, De div. nom. IX.3). «Quienquiera que se une a Dios deviene un espíritu con él» (I Corintios 6:27).
[15] La concepción navajo de la «armadura de sílex» es el equivalente de Milton «armado en una roca de diamante» (Paradise Lost VI.364), y del vajra-kāya budista.
[16] «Como una roca de Diamante, por siempre inmutable» (Spenser, Fairy Queen I.6.4). Para los valores de vajra ver también mi Elements of Buddhist Iconography, 1935, págs. 14-15.
[17] De las palabras indias (pali) kūṭa y kaṇṇika que denotan la cima o la clave de bóveda de una casa en la que convergen las vigas, la primera es de la raíz kūṭ, combarse (desde un ángulo), de donde también kūṭi (cf. el inglés «cot» y «hut»), una casa pequeña con un techo en pico o en domo, o incluso un amplio templete con una espiral; y la segunda es un diminutivo de kaṇṇa (sánscrito karṇa), cuyo significado primario es «esquina», en relación tanto con aśri, etc. como con śṛṅga, «cuerno» y arquitectónicamente «espiral». Así, el kaṇṇika (la «clave de bóveda») rechazado por los constructores en la historia de Sudhamma, sería casi literalmente «piedra angular» a no ser por el hecho de que no está hecho de piedra sino de madera seca; por supuesto, el simbolismo no es afectado por este accidente material.
[18] En el uso arquitectónico indio, los pilares son típicamente (aunque no siempre es así) al mismo tiempo de cuatro y de ocho ángulos, es decir, de sección cuadrada arriba y abajo, y a veces también en el medio, y el resto achaflanado de manera que muestra una sección octogonal.
[19] Cf. también en Grecia, «este antiguo aspecto del Dios Sol como un pilar piramidal», Arthur Evans, «Mycenean Tree and Pillar-cult», Journal of Hellenic Studies, 1901, p. 173.
[20] Sobre la significación última de las cuatro caras de Dios ver P. Mus, «Has Brahmā four faces?» en Journal of the Indian Society of Oriental Art, V (1937).
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