sábado, 24 de agosto de 2019

Muerte iniciática en el Bektashismo

Interior del Tekke de  Krujë, Albania
Fragmento de El Islam en la Turquía Actual, Thierry Zarcone, Biblioteca del Islam Contemporáneo. Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2017.

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«Otro criterio de clasificación de las cofradías se basa en su origen: árabo-persa o local, es decir, en último caso, de factura anatolia. Las diferencias residían, en este aspecto, en algunas formas de su ceremonial. El ritual de recepción o de iniciación resulta el ejemplo más sugerente. En las cofradías originarías del mundo árabe o del persa (Nakshibenduya, Shaziliya, Halvetiya, Kadiriya), el neófito obtenía durante su iniciación la comunicación de una técnica para la oración, la palabra del zikr que debería repetir en el curso de las letanías y que le era dicha al oído por su jeque. Por el contrario, en las cofradías anatolias (Bektashiya, Mevleviya), la iniciación se hacía con ayuda de un cordel con el que el jeque ceñía la cintura del neófito. Era un hábito procedente de la futuwa [1] por mediación de los ahíes, los gremios turcos. Pero, sobre todo, la Bektashiya añadía al ritual una larga ceremonia de muerte simulada que recordaba las iniciaciones de los misterios de la antigüedad.»

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[1] N. del E.: Futuwah, caballería espiritual islámica de filiación iniciática.


Fragmento de Las Sendas de Allah. Las cofradías musulmanas desde sus orígenes hasta la actualidad. Alexander Popovic y Gilles Veinstein, Coord. Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2000.

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«En cuanto a los orígenes de la otra gran orden anatolia, la Bektashiya, en este caso es más difícil discernir entre la historia, la leyenda y la reconstrucción histórica a posteriori. El destino póstumo de hayi Bektash, que dio su nombre a la orden, es paradójico, ya que al principio, por lo poco que sabemos de su biografía, sólo fue un actor secundario de la rebelión de los babaíes, cuando en 1239-1240 parte de los turcomanos se sublevaron contra sus amos, los selyúcidas en Konya. Después acabó su vida en un retiro austero y meditativo en Suluya Qara Oyuk, aldea de Anatolia central que tomó el nombre del veli (wali). Esta carrera más bien modesta no fue obstáculo para que suplantara en la devoción de los fieles a muchos otros baba anatolios o rumeliotas: contemporáneos suyos más ilustres que él, como Baba Ilyas Jorasani, el capitán de la revuelta contra los babaíes, o Sari Saltuk, que se refugió en el territorio bizantino de Dobruya –región entre el curso bajo del Danubio y el mar Negro—, donde se estableció con cuarenta clanes turcomanos; o sucesores como Geyikli Baba, Abdal Musa o sayyid Ali Sultan. Algunos incluso, como Otman Baba y sus epígonos, se pasaron durante algún tiempo al Deliorman búlgaro, como rivales de su influencia.

Parece que hayi Bektash supo conectar con una corriente unificadora que acabó situando bajo su obdiencia, según una cronología aún desconocida, a todos estos baba en principio independientes, y a «santos» locales de distintos pelajes, como Piri Baba de Merfizon, y convirtió su mausoleo, alrededor del cual se alzó un complejo de edificios religiosos, en la casa matriz de una red de tekke reunidos con posterioridad. Se suele atribuir a Abdal Musa, discípulo de Hatun Ana, «hija espiritual» de Bektash, quien según Asiqpashazade vivió en tiempo del sultán Orjan y participó en sus conquistas, la verdadera creación de la orden, en la que se conservó el título de baba para designar a los jefes de establecimiento. Asimismo se considera que Balim Sultan fue el «segundo fundador» de la orden (1501/1502-1516/1517). Pero, como veremos más adelante, no faltan motivos para sospechar que el poder otomano impulsó el proceso unificador del que surgió el bektashismo.»

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