Cap. VI de "Symbolisme maçonnique et tradition chrétienne", París, Dervy-Livres, 1965, 1982.
Parece que la Masonería se refiere principalmente a veintiún Nombres divinos hebreos [1], y que, si bien algunos de sus ritos se sitúan bajo la invocación de "Hoschae" o de "Emmanuel", la mayoría de ellos mencionan clara o alusivamente el Nombre del Dios Omnipotente, "El Schadday" o "Schadday", cuyo valor numérico es 345 ó 314.
Se conoce además el interés de René Guénon acerca del secreto "operativo" del triángulo rectángulo de lados 3, 4, 5; y ello tanto a propósito de los misterios de la escuadra del "Venerable Maestro" y de la "Palabra perdida" en la Masonería como a propósito de la doctrina pitagórica del equilibrio entre la Voluntad y la Providencia, por un lado, y el Destino por otro [2].
De modo que nos parece necesario insistir sobre una cita de este Nombre, particularmente sugestiva, y que se refiere a las visiones -o "audiciones"- del profeta Ezequiel: "Era un viento huracanado… una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno [3]… entre los seres había algo como brasas incandescentes… y del fuego salían rayos [4]… Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Schadday… un ruido de batalla [5]… El espíritu me levantó y oí detrás de mí el ruido de una gran trepidación: "Bendita sea la gloria de YHWH, en el lugar donde está", el ruido que hacían las alas de los seres [6]… La gloria de YHWH se elevó de encima de los querubines hacia el umbral de la Casa, y la Casa se llenó de la nube, mientras el atrio estaba lleno del resplandor de la gloria de YHWH. Y el ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, semejante a la voz del Dios Schadday cuando habla…" [7]. Se observa inmediatamente que este pasaje del Antiguo Testamento asocia de forma evidente la "Voz de El Schadday" a los conocidos símbolos de la "Gloria del Eterno", del "Sonido", del "Relámpago" y del "Viento", así como del "ruido de las Aguas", pero sería fácil hacer el paralelismo con algunos textos del Nuevo Testamento en los que se hallan relacionados símbolos análogos.
Así, antes de que aparezca el Gran Signo esperado para el fin de los tiempos, "una mujer vestida del Sol, con la Luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza" [8], he aquí que, en el cielo, se descubre el Arca de la Alianza en el Templo, y se produjeron, nos dice el Apocalipsis, "relámpagos, y fragor, y truenos" [9]…
Igualmente, el retorno de Cristo es anunciado como debiendo efectuarse "entre las nubes con gran poder y gloria" [10], y Jesús da esta advertencia: "como el relámpago sale por Oriente y brilla hasta Occidente, así será la venida del Hijo del hombre" [11]. Puesto que el fragor del trueno y el fuego del relámpago pueden ser considerados como acompañando a la manifestación del "Dios Omnipotente", podríamos preguntarnos si no existe un misterioso vínculo entre la "razón principial" de este Nombre -su "quiddidad", su ritmo y su resonancia cósmica- y el conjunto de los acontecimientos que acabamos de recordar.
¿Y no fue ante "los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte humeante" donde Moisés recibió del Eterno el Decálogo de los Mandamientos? [12] El triunfo del profeta Elías sobre los sacerdotes de Baal también aconteció cuando cayó el fuego de YHWH [13]. En cualquier caso, es lícito pensar, después de estos ejemplos, que la "Omnipotencia" es el aspecto divino que preside a esta "estrecha conexión que, desde el punto de vista cosmogónico, existe entre el sonido y la luz" [14]. Evidentemente, es en su función creadora de Arquitecto divino y de Ordenador del Universo que Dios dice: "Haya luz" [15]. El mismo arquetipo divino se aplica al Cristo-Verbo, ya que, según el Prólogo del Evangelio de Juan: "En el principio era el Verbo… En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron… El Verbo era la luz verdadera… Y el Verbo se hizo carne…" [16].
La "Iluminación del Caos" [17], es decir, el Orden o el rito, en el sentido original de la palabra, ya que exige que todo sea dispuesto por la geometría del "Altísimo", en "número, peso y medida", debe ser relacionada con esta Palabra que está "en el principio" o, mejor dicho, puesto que se trata de algo esencialmente intemporal, "en el principio de toda manifestación" [18]. Ella brota de la eterna y silenciosa sabiduría divina, y desencadena la vibración sonora y la onda luminosa, productoras de los mundos; ella aclara a todo los seres, y se actualiza en quienes saben recibirla con humildad y amor, como la gracia suprema; en fin, es ella, prueba de elección, lo que debe ser guardado en el corazón para que germine y crezca y muera dando el fruto de la vida eterna. ¿Es sorprendente que uno de los aspectos de esta Palabra haya podido ser identificado, en el seno de las tradiciones de los constructores surgidas de los Templos de Israel, con el nombre de El Schadday [19]? Ciertamente, no, y no sólo en razón de lo que acabamos de exponer, sino también porque este Nombre, "cuerpo del Tetragrama", contiene la idea de "medida", y porque corresponde a los lados del triángulo del "Past Master" [20].
Por lo demás, los símbolos del trueno y del rayo han sido, en todo tiempo y lugar, concebidos como los atributos de la Divinidad. En la cumbre del panteón germánico, encontramos, en efecto, a Wotan-Odín, quien, de su unión con Hertha, la tierra, a la vez su mujer, su madre y su hija, engendra a Donar, o Donner, o Thor, maestro del rayo que posee el martillo sagrado, análogo al mallete del Venerable de la Logia [21]. De modo semejante, en la mitología escandinava, Thor, hijo de Odín y de Jord [22], es el dios del trueno y de los relámpagos. Vierte los aguaceros que purifican el aire y comunican a la tierra elemental los principios nutritivos. Persigue y fulmina a los gigantes y los trolls y dispone de tres cosas preciosas: el mazo "Mjoelne", equivalente simbólico del martillo o del mallete, el cinturón de valentía y los guantes de hierro. La pérdida de "Mjoelne", su búsqueda y su descubrimiento forman además el más bello canto de los antiguos Eddas, y esta leyenda ofrece algunas semejanzas con la "pérdida de la Palabra", su búsqueda y su restitución. También entre los eslavos encontramos a "Perun", dios del trueno [23], y entre los galos "Taranis" o "Tarann" desempeña el supremo oficio de maestro del rayo. Finalmente, en la mitología griega, ¿no es el trueno el atributo de Zeus-Júpiter, al ser calificada el "águila de Júpiter" de ave "porta truenos"? Ahora bien, precisamente el águila de Jupiter llevó a Ganímedes a los cielos, permitiendo así al pastor elegido alimentarse de "néctar y ambrosía" y obtener el privilegio de la eterna juventud. Y he aquí que el viaje de Ganímedes nos va a ofrecer la ocasión de volver a encontrar el tema de nuestro estudio, a saber, la Masonería y el Cristianismo.
En efecto, si la Masonería se sitúa bajo la invocación del Verbo-Arquitecto, fulgurante y estruendoso en su Nombre de El-Schadday, conviene recordar que Juan el Evangelista es, junto con Juan el Bautista, el Patrón de los Masones, "hijos de la Luz" [24], y la escena de la elevación de Ganímedes fue generalmente interpretada, en la Edad Media, como significando "la asunción de san Juan" [25].
Si el Masón recibe la "Luz" al son del "trueno", si el mallete del Venerable confiere el relámpago iluminador del caos, y si la espada flamígera simboliza en sí misma la huella del rayo, ¿no es llamado san Juan por el propio Cristo "Hijo del Trueno"? De hecho, el Evangelio retoma en dos ocasiones esta cualidad, de un orden eminente, atribuida a los hijos de Zebedeo.
Primero es en el "cambio de nombres" de los dos hermanos, de los cuales uno será el "Patrón de los Masones" y el otro el "Patrón del Compagnonnage" [26], a los que Cristo "puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno" [27]. Este pasaje merece una atención particular, ya que, por un lado, el término "Boanerges" significa "Acción del Sonido, de la Tempestad, del estruendo, del canto de los pájaros", e inmediatamente hace pensar en la voz tronante de El Schadday, o también en la invocación rítmica, y, por otro lado, la expresión "Hijo del Trueno" es la designación del iniciado.
Más tarde, el poder vinculado a la cualidad de "Hijo del Trueno" es puesto en evidencia en un episodio bastante curioso de la predicación de Cristo. Queremos hablar de la petición de los "Boanerges" a Cristo: "Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo…?" [28], petición a la cual, por lo demás, responde Cristo con una reprimenda [29].
Hay entonces en todo esto significativas relaciones, que podrían dar lugar a interesantes estudios, lo cual deseamos vivamente. Quien busque en esta vía no debe olvidar, sin embargo, que el estado virtual de "Hijo del Trueno" no es un fin en sí mismo, y que hay un cumplimiento efectivo que realizar, cumplimiento integral del ser total y no sólo de las esferas mentales. Cumplimiento que encuentra su confirmación electiva en la "filiación virginal", tal como expresan las santas palabras de Jesús crucificado: "Mujer, ahí tienes a tu hijo"; "Juan, ahí tienes a tu madre" [30].
No podría concluirse mejor que citando el himno de san Sofronio:
"Yo proclamaré entonces como un Dios
A ese bienaventurado Hijo del Trueno,
Puesto que se hizo
El Hijo de la Madre de Dios" [31].
Notas:
[1] Cf. Le Tuilleur de Vuillaume, 1830 (Dervy-Livres, 1976). Debemos precisar, para evitar volver sobre ello, que los Nombres divinos empleados en nuestras citas de las Escrituras provienen de la Biblia de Jerusalén. Sin embargo, nos creemos en la necesidad de señalar que utilizamos indiferentemente las Biblias de Crapon, de Jerusalén, de Segond, de Darby o la del Rabinato, dependiendo del libro y el pasaje de la Escritura.
[2] Cf. La Grande Triade, caps. XV y XXI, y Les Tracés de Lumière, caps. I, II y III.
[3] Ezequiel, I, 4.
[4] Ezequiel, I, 13.
[5] Ezequiel, I, 24.
[6] Ezequiel, III, 12-13.
[7] Ezequiel, X, 4-5. La "gloria" es también la "Schekinah" o presencia divina.
[8] Apocalipsis, XII, 1.
[9] Apocalipsis, XI, 19. Nótese que la predicación apostólica y doctrinal a veces ha sido considerada como el "caballo blanco del Apocalipsis" (Apingius) o como el "Trueno de Dios" (san Gregorio).
[10] Marcos, XIII, 26.
[11] Mateo, XXIV, 27.
[12] Éxodo, XX, 18.
[13] "Invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía… Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía: "¡Gritad más alto, porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará en camino; tal vez esté dormido y se despertará"… Tomó Elías doce piedras según el número de las tribus de los hijos de Jacob… Se acercó el profeta Elías y dijo: "YHWH, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel"… Cayó el fuego de YHWH…" (I, Reyes, XVIII, 26-38).
[14] René Guénon, Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVII ("Verbum, Lux et Vita").
[15] Génesis, I, 3.
[16] Prólogo del Evangelio de san Juan. Cf. también René Guénon, Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVII ("Verbum, Lux et Vita").
[17] Recordemos la divisa escocesa "Ordo ab Chao", y lo que René Guénon ha escrito a propósito de ello en los Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVI.
[18] Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVII.
[19] Señalemos, a este respecto, que la potencia o la fuerza es "doble" por naturaleza; debe ser referida a Dios -"El"- para "desvelarse". También las raíces de "Schadday" son dobles; pueden designar la fecundidad y la destrucción. Por último, la referencia al plano cosmológico implica igualmente una dualidad, un aspecto luminoso, el del Arquitecto divino, y un aspecto sombrío, el del demiurgo. Del mismo modo, el simbolismo cosmológico es, a la vez, un "trampolín" cuando permite acceder a Dios, y una "pantalla" cuando seduce por su riqueza y se "diviniza"; desemboca entonces en la forma más sutil de idolatría, que pone en acción el orgullo luciferino. Seduciendo al alma, a la que encarcela sin que se percate, deviene entonces "la red del cazador", de la que no se libra más que aquel que "mora en el secreto de Elyón" y "pasa la noche a la sombra de Schadday" (Salmo 91). En efecto, no debe olvidarse que el paredro de la "Shekinah" tiene por nombre "Metatron", equivalente numérico de "Schadday", y que si "Metatron", "el ángel de la Faz", tiene por reflejo a "Mikael", también tiene por "faz sombría" e invertida a "Samael", el "Príncipe de este Mundo" del que habla el Evangelio (Cf., sobre esto, Le Roi du Monde, cap. III). El Nombre de Emmanuel, o del Señor Jesucristo, es "superior" a Schadday, en el orden espiritual, así como Josué (que es el nombre de Jesús) es superior a Moisés (cuyo número es el de El-Schadday) en el orden de la "realización de la promesa", ya que sólo Josué, sucesor de Moisés, penetra en Tierra Santa, al frente de la columna de las tribus, y reencuentra la tierra de los orígenes. Sería por lo demás oportuno un estudio sobre la misión de Josué, el significado de la circuncisión espiritual y la naturaleza de la "Buena Nueva" anunciada por Cristo. Se retendrá, finalmente, para terminar con este largo análisis, que es tan sólo en el infierno donde Dante da a Cristo el calificativo de "Poderoso". "Un Poderoso coronado con signos de Victoria" (Infierno, IV, 53-54). Por lo demás, si el Schadday contiene a Jesucristo en su manifestación humana e "in principio", también podría ser un atributo divino y un nombre del Cristo glorioso en la Jerusalén celeste, en la que "el Omipotente es el Templo" y "el Cordero la Lámpara" -o la Antorcha-" (Apoc., XXI, 22-24, e Isaías, LX, 19). Cf., igualmente, Les Tracés de Lumière, pp. 67 y 68.
[20] La reconstitución de la Palabra Viva, o más bien "Vivificante", encuentra un eco en los ritos del antiguo Egipto: "Y Horus dijo a Osiris: he venido para darte la vida, para reunir tus huesos, para juntar tus miembros".
[21] Cf. La Grande Triade, cap. VI: "Solve et coagula".
[22] Jord, Hertha y Erde designan a la "Sustancia primordial", a la "Materia prima", al igual que el "Aretz" hebreo.
[23] Es curioso observar que en la época de la penetración del Cristianismo en el mundo eslavo se hacía jurar a los cristianos "en nombre de Dios Omnipotente", con el fin de adaptar los juramentos de fidelidad a la fe de la minoría convertida. Este aspecto divino, que permite un reencuentro sin necesidad de renegar de los respectivos fundamentos religiosos, se halla también en los rituales masónicos, de donde su carácter "teísta" o "deísta" que ha podido hacer creer en un relativismo religioso y en una relativización de la Verdad… mientras que el Dios de Abraham es a la vez el Dios de los judíos, el de los musulmanes y el de los cristianos, según la propia afirmación del Papa.
[24] Este doble patronazgo, coincidente con las fiestas solsticiales, pone en evidencia el carácter de "cosmología sagrada" propio de la Masonería azul de los tres primeros grados y la "forma solar" de esta tradición. Se observará que, en el antiguo Egipto, "Râ", dios solar, tenía en sus manos los cetros de Oriente y de Occidente. Esta representación es análoga a la figura de las dos tangentes al círculo en la Masonería inglesa, y al "Janus" de la tradición latina. Hace pensar en los dos san Juan rodeando al Cristo, "Sol de Justicia".
[25] Les plus beaux textes sur saint Jean l’Evangéliste, presentados por S. E. Mons. Villepelet, Obispo de Nantes, Edit. "La Colombe", París.
[26] Habría mucho que decir, para aclarar la naturaleza del Cristianismo, sobre las relaciones de los dos "Boanerges" con Cristo y con san Pedro; igualmente, habría interesantes observaciones que hacer acerca de la disposición geométrica de sus lugares de sepultura o de peregrinaje.
[27] Marcos, III, 17. Debe señalarse que el Arca de la Alianza a veces es puesta en relación con Dios, concebido como "Maestro del Trueno". Así, la deliciosa capilla carolingia de Germigny-des-Près, entre Châteauneuf-sur-Loire y Saint-Benoist-sur-Loire, posee un mosaico, intacto en todo su esplendor, que adorna el ábside y que representa el Arca de la Alianza. Se sabe que Teodulfo, Abad de Saint-Benoit, amigo de Carlomagno y apodado "Gloria de la Galia", hizo construir Germigny-des-Près con ayuda del arquitecto de Aix, Odon le Messin, y quizá también de un arquitecto armenio. Ahora bien, Teodulfo ha dejado esta inscripción, relativa al Arca, compuesta por los célebres artesanos de Ravenna: "Mira el Santo Oráculo y los Querubines, contempla el esplendor del Arca de Dios, y, con esta visión, piensa en tocar con tus plegarias al Maestro del Trueno, y asocia, te lo ruego, el nombre de Teodulfo a tus oraciones".
[28] Lucas, IX, 54.
[29] Existe una correspondencia entre esta reprimenda y el rechazo de Cristo a la petición de la mujer de Zebedeo (cf. Mateo, XX, 20-24). Pensamos que se trata de episodios "clave" que dan acceso a la comprensión "por el interior" de los caracteres particulares, y en ciertos aspectos esenciales, de la "Buena Nueva".
[30] Juan, XIX, 26-27.
[31] Anacreóntica, nº 11. Migne, P. G., t. LXXXVII, Col. 3783-90. Citemos también las palabras de Mons. Gay, en sus Conférences aux mères chrétiennes: "La Iglesia fue la diócesis de Pedro, María fue la diócesis de Juan". Orígenes retoma la expresión "Niños del Trueno" en Contra Celsum, 1, VI, c. 77, a propósito de la Palabra de Dios: "…puesto que ha tomado un nuevo nacimiento, por medio de la Palabra, que tenga una vida llena de virtudes, y que en nada ceda a aquellos que han merecido el nombre de niños del Trueno".
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