A.
C. Pardes acaba de publicar una nueva entrega de su colección El Legado
Masónico, titulada Rituales
Franceses (1740 - 1825). La obra está especialmente dedicada a la
ritualidad de la Institución en un periodo y lugar que resultaron ser determinantes para la configuración final de
lo que acabaría siendo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la referencia
más importante entre los Rituales Escoceses. El libro consta de 12 rituales franceses (ver índice
al final), presentados en edición
bilingüe (texto enfrentado) y anotada, donde figuran, entre otros, El Regulador del
Masón, base del ritual practicado por los “Moderns” y La Guía de
los Masones Escoceses, primer ritual impreso del REAA y considerado de
manera general como la herencia de los “Anciens” a la Masonería Escocesa.
Los trabajos de recopilación, selección, traducción y anotación, han sido llevados a cabo por un equipo de experimentados miembros de la Orden Masónica dirigidos por Renato Torres, con el objeto de poner estos textos, particularmente, a disposición de los Hermanos. La obra, que puede calificarse de enciclopédica, es resultado de largos años de trabajo serio y constante, y sus características hacen de ella una publicación única en el panorama editorial de habla hispana.
- Recopilación bilingüe francés - español de
12 rituales franceses en 468 páginas.
- Encuadernación rústica cosida.
- Edición ampliamente anotada para facilitar la comprensión del texto
- Pequeño estudio introductorio para
cada documento
ÍNDICE
Introducción a los Rituales Franceses (1740-1825)
Rituales de Berna
Ritual de la Logia Escocesa “La Fidelidad”
Un Ritual de Compañero del siglo XVIII
Rituales del Marqués de Gages
Ritual “El Brignon”
Grado de Aprendiz de las Logias de Lyon
Ritual de la Logia Madre Escocesa al Oriente de Aviñón
Rituales del Duque de Chartres
El Regulador del Masón
Ritual de la Gran Logia General Escocesa de Francia
Guía de los Masones Escoceses
Instrucciones de los siete Grados del Rito Francés
Introducción a los Rituales Franceses (1740-1825)
Rituales de Berna
Ritual de la Logia Escocesa “La Fidelidad”
Un Ritual de Compañero del siglo XVIII
Rituales del Marqués de Gages
Ritual “El Brignon”
Grado de Aprendiz de las Logias de Lyon
Ritual de la Logia Madre Escocesa al Oriente de Aviñón
Rituales del Duque de Chartres
El Regulador del Masón
Ritual de la Gran Logia General Escocesa de Francia
Guía de los Masones Escoceses
Instrucciones de los siete Grados del Rito Francés
Enlace a la Editorial Libería Pardes.
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* *
Introducción. Renato Torres.
No puede eludirse, en una colección dedicada al
patrimonio tradicional de la Orden Masónica, prestar una muy especial atención
a la ritualidad de la Institución.
En efecto, el Ritual es el responsable de dar a la
organización en que se incardina, el ritmo que la ordena y vivifica,
desempeñando un papel análogo al que juega el corazón en el ser humano, y este
ritmo no anima solamente a la Orden sino que, lógicamente, ha de impregnar
previamente a los miembros que la componen. Es por tanto imprescindible un
conocimiento, mejor cuanto más profundo, de este elemento constitutivo para
captar la esencia de aquello que nos hemos propuesto estudiar en la presente
colección, y que sin duda constituye una herramienta muy útil que nos permitirá
asentarnos en el sentido de actuar conforme al orden, pues ese es precisamente
el primer significado de la palabra “rito” atendiendo a su etimología según la
acepción del término sánscrito rita
[1]; de modo que, desde esta óptica, en una civilización estrictamente
tradicional todo acto tiene verdaderamente un carácter ritual, incluidas las
propias acciones de la vida cotidiana, lo que ya de por sí resulta, en el caso
concreto de la Masonería, una aplicación práctica de una de las afirmaciones
que figuran en nuestros Rituales: el trabajo de un Masón no se detiene jamás.
Por otra parte, no hay que olvidar además que los
ritos constituyen el elemento esencial para la transmisión dela influencia
espiritual y la vinculación a la “cadena iniciática”, de modo que podemos
afirmar que «sin los ritos, no podría haber iniciación en modo alguno» [2],
siendo los ritos por lo demás una característica común a todas las
instituciones tradicionales, tanto exotéricas como esotéricas, dado que «los
ritos tiene siempre como objetivo poner al ser en relación, directa o
indirectamente, con algo que sobrepasa su individualidad y que pertenece a
otros estados de existencia» [3]. Este elemento “no humano” o supra-individual
es el que diferencia clara y netamente un rito de una ceremonia [4].
En síntesis, podemos definir al ritual (o al rito
más generalmente) como un conjunto de símbolos armonizados “orgánicamente”.
Pero así como el símbolo presenta un carácter marcadamente atemporal (los
símbolos se mantienen invariables más allá de las condiciones de tiempo y
lugar), el rito ha de cumplirse forzosamente en el tiempo y, por lo tanto, se
adapta a la cualidad del tiempo en que se manifiesta [5]; pero en cualquier
caso, no hay que olvidar que, dado su carácter de símbolo “actuado” y conforme
al orden surgido de la Voluntad del Gran Arquitecto del Universo, el rito lleva
siempre su eficacia en sí mismo, con la única condición de que se cumpla según
las reglas tradicionales correspondientes, las cuales aseguran su validez y que
fuera de ellas sólo sería algo vacía y sin valor, constituyendo de este modo
una estricta fórmula exacta que obedece fielmente a las leyes universales que
surgen del Principio Inmutable, bajo las cuales actúan las influencias
espirituales que vivifican nuestra Orden
[6].
Es lógico pensar, por lo demás, que empleando
siempre un conjunto de símbolos más o menos amplio, la “ordenación” de algunos
de éstos en un ritual pueda variar según la época para adaptarse mejor a la “mentalidad”
de la sociedad que le corresponde. De ahí que el estudio de los rituales sea un
medio privilegiado para “pulsar” el “espíritu” que animaba a los Hermanos
masones de un tiempo y, en consecuencia, a la propia Orden. Sólo discerniendo
los aspectos que puedan ser más o menos contingentes y fruto de las
particularidades de cada época, será posible identificar aquello que permanece
invariable con el paso del tiempo para, de este modo, comprender las ideas
directrices de la Institución que la han presidido from inmemorial time.
Lamentablemente, a lo largo de los siglos se han
ido superponiendo, en los diferentes ritos masónicos, diversos estratos de incrustaciones
o añadidos, ocultando cada vez más estas ideas directrices; sin embargo, «no
hay que olvidar que, si la iniciación simbólica, que no es más que la base y el
soporte de la iniciación efectiva, es necesariamente la única que puede ser
dada exteriormente, puede al menos ser conservada y transmitida incluso por
aquellos que no comprenden ni su sentido ni su alcance; basta que los símbolos
se mantengan intactos para que siempre sean susceptibles de despertar, en aquel
que es capaz de ello, todas las concepciones cuya síntesis representan» [7]. En
consecuencia, hay aún un aspecto en el estudio de los antiguos rituales que
alberga una gran importancia, pues precisamente es su valor simbólico lo que
nos permitirá crear un verdadero vínculo con la realidad universal [8].
El presente volumen está formado por una
recopilación de doce rituales franceses, la mayoría de ellos pertenecientes a lo
que se conoce como Rito Francés, datados en un periodo que va desde 1740 a
1825. Por varias razones, su interés no admite discusión; por un lado forman
parte esencial de la herencia simbólica de la Orden, tal como acabamos de
señalar; por el otro, el cubrir un periodo de casi un siglo permite rastrear la
adaptación del ritual al medio en el que se desenvolvía; finalmente, cubren una
época y un lugar cruciales para entender la configuración final de lo que
acabaría siendo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el cual sigue siendo la
referencia más importante entre los Rituales Escoceses constituyendo como una
síntesis y una estabilización [9], y además una de las modalidades rituales más
extendidas de la Masonería actual. Queremos hacer una mención especial a dos de
los textos más importantes recopilados para este volumen: el Regulador de Masón y la Guía Escocesa, pues uno y otro tomaron
como base los rituales representativos de los Moderns y los Antiens
respectivamente, lo que ya de por sí es suficiente como para suscitar el más
profundo interés para nuestra Venerable Orden.
Ciertamente habrá quienes critiquen el hecho de
poner indistintamente a disposición del público rituales que por su naturaleza
deberían permanecer secretos a los no masones, sin embargo tales objeciones
pierden su sentido si reflexionamos sobre lo que escribió R. Guénon a propósito
del verdadero secreto iniciático: «En esto, recordémoslo de nuevo, es donde
reside el verdadero secreto iniciático, que es inviolable por su naturaleza y
que se defiende por sí mismo contra la curiosidad de los profanos, y del que el
secreto relativo de ciertos signos exteriores no es más que una figuración
simbólica; este secreto relativo de ciertos signos exteriores no es más que una
figuración simbólica; este secreto, cadauno podrá penetrarlo más o menos según
la amplitud de su horizonte intelectual, pero, incluso aunque lo hubiera
penetrado íntegramente, nunca podrá comunicar efectivamente a otro lo que él
mismo haya comprendido de él; como mucho, podrá ayudar a alcanzar esta
comprensión sólo a aquellos que san actualmente aptos para ello» [10].
No nos queda más que desear al lector el mismo
placer en su lectura que el experimentado por el redactor en su preparación.
Notas:
[1] «La palabra sánscrita rita está emparentada, por su raíz misma, al latín ordo, y apenas hay necesidad de señalar
que lo está más estrechamente todavía a la palabra “rito” es, etimológicamente,
lo que se cumple conforme al “orden”, y que, por consiguiente, imita o
reproduce a su nivel el proceso mismo de la manifestación» (Cf. R. Guénon, Le Règne de la Quantité et les Signes des
Temps, cap. III, Gallimard, Paris, 1945).
[2] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XV, Pardes, Barcelona,
2012.
[3] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XV, ibíd.
[4] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XIX, ibíd.
[5] «Todo rito está constituido por una conjunto
de símbolos: estos, en efecto, no incluyen solamente los objetos empleados o
las figuras representadas […], sino también los gestos efectuados y las
palabras pronunciadas […], en una palabra todos los elementos del rito sin
excepción; y estos elementos tiene así valor de símbolos por su naturaleza
misma, y no en virtud de un significado sobreañadido que les vendría dado por
circunstancias exteriores y que no le sería verdaderamente inherente. Se podría
decir aún que los ritos son símbolos “puestos en acción”, que todo gesto ritual
es un símbolo “actuado”; no es en suma sino otra manera de expresar lo mismo,
sólo que poniendo en evidencia más especialmente el carácter que presenta el
rito de ser, como toda acción, de ser algo que se cumple necesariamente en el
tiempo, mientras que el símbolo como tal puede ser considerado desde un punto
de vista “intemporal”. En este sentido, se podría hablar de cierta preeminencia
del símbolo en relación al rito; pero rito y símbolo no son en el fondo sino
dos aspectos de una misma realidad» (cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XVI, ibíd..
[6] «Esta eficacia es enteramente independiente de
lo que vale en sí mismo el individuo que cumple el rito; sólo la función cuenta
aquí, y no el individuo como tal; en otros términos, la condición necesaria y
suficiente es que éste haya recibido
regularmente el poder de cumplir este rito; poco importa que no comprenda
verdaderamente su significado, e incluso que no crea en su eficacia, pues ello
no podría impedir que el rito fuera válido si todas las reglas han sido
convenientemente observadas» (Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XV, ibíd.)
[7] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XXXI, ibíd..
[8] «La presencia del símbolo doctrinal en la
mente del hombre puede constituir, precisamente, la condición preliminar para
hacerse cargo eficazmente de los “símbolos actuados” en los que consiste toda
la vida ritual, es decir, toda la vida tradicional» (cf. G. Ponte, “El primer
trabajo a cumplir”, Revista de Estudios
Tradicionales, número 3, (enero-junio, 2003).
[9] Un claro ejemplo de esta síntesis se encuentra
en el ritual Lapis Reprobatum Secretum
Custoditum, verdadera summa del
patrimonio masónico (A. C. Pardes, Barcelona, 2014).
[10] Cf. R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XXXI, ibíd.
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