lunes, 15 de agosto de 2016

La Regla

Apolo
Por muy poco versadas que se hallen las personas en un arte, ¿no ves cómo obran? Si con la voluntad de los particulares se conforman solo hasta cierto punto, no por eso dejan de observar las reglas de su profesión, y jamás se apartan de ellas. ¿No es verdaderamente asombroso que un arquitecto o un médico tengan más respeto por las reglas de su arte que el hombre por su razón, prerrogativa que posee en comunidad con los dioses?
Marco Aurelio. Meditaciones. VI, 35.

Voz Regla del Diccionario Masónico. Simbolismo y Aspectos Históricos según la Tradición. Alexis Hatman. Letra y Espíritu, Barcelona, 2007

El símbolo de la regla se relaciona con el Sol por la conexión existente entre el simbolismo de la «medida» y el de los «rayos solares» [1]

Por otro lado, la palabra «medida» (latín mensura) deriva de la raíz men-, raíz de la que derivan, en diversas lenguas, los vocablos que designan la luna (mène, moon, mond), también los que designan la facultad racional (manas, mens, mind), la memoria (mnésis) y al hombre considerado según su naturaleza racional (mànava, man, mann, mensch), y a esta raíz pertenecen también las ideas de división o reparto. De ahí proviene también el nombre de Minerva de los etruscos y latinos [2].

Herramienta propia del segundo grado, no figura siempre entre las del Aprendiz, pero tiene un papel en el ritual del tercer grado apareciendo con toda claridad su relación simbólica con la jornada dividida en 24 horas; el reparto de éstas en dos series de 12, correspondiendo a las horas del día y de la noche (como en el número de letras que componen las dos partes de la fórmula de shahâda islámica) da lugar a consideraciones muy interesantes [3].

Su herramienta complementaria es la palanca.

Es una figura axial cuya función de medida es la de referirlo todo a la unidad. Es la que da al edificio su equilibrio, sus proporciones y su armonía, lo que explica su papel en el tercer grado.

Respecto a la shahâda, representa la atestiguación por excelencia de la Unidad divina. Así, el uso de la regla representa, en todas sus formas, el retorno al Uno y la norma

primordial. Se encuentra representada por la letra alif, con la que empieza el nombre de Allah, identificado por completo al Principio de la construcción universal (G.·. A.·. D.·. U.·.). En la tradición musulmana, la Regla de Abraham (millat Ibrâhim) simboliza «la Religión pura y liberal» de los orígenes, en la que el individuo hace su ser conforme al Ser absoluto. [4].

En el emblema de la Orden (Compás, Escuadra y Regla entrecruzados), con frecuencia la regla se encuentra substituida en las figuraciones modernas por la estrella flamígera acompañada generalmente por la G. De hecho la regla y la estrella flamígera son dos símbolos característicos del grado de Compañero y el número de relaciones entre los cinco vértices del pentágono reunidos en un solo trazo es de 24, el mismo que las divisiones de la regla [5].

En la estrecha relación con la escuadra por su significado común de medida y con el Volumen de la Ley Sagrada, símbolo de la Ley, que es la Regla espiritual [6]. Podría decirse que la Regla es el equivalente, bajo la forma de herramienta, del Volumen de la Ley Sagrada y el sinónimo de la escuadra.

Deriva del latín regula, «regla que sirve para poner derecho, en escuadra», o «patrón». A su vez, regula deriva de rego: «dirigir», «gobernar», «guiar». Rego también da rectus, que significa «derecho» (horizontal o verticalmente) [7].

La Regla además como instrumento de medida puede tomarse como instrumento de evaluación. La palabra inglesa «gauge», utilizada por los rituales («twenty-four inch gauge») es de la misma familia que la francesa «jauge», que significa tanto regla como aforo [8].



Notas:
[1] René Guénon, “Le Regne de la Quantité et les Signes des Temps”, Gallimard, 1997.
[2] René Guénon, “Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada”, EUDEBA, 1988.
[3] René Guénon, “Études sur la Francmaçonnerie et le Comagnonnage II”, Éditons Traditionnelles, 1995, París.
[4] Patrick Geay, “Mystères et significations du Temple maçonnique”, Éditions Dervy, París, 2000.
[5] Marc-Reymond Larose, “Le plan secret d’Hiram”, La Nef de Salomon, Dieulefit, 1998.
[6]  Philippe Langlet, “Des Rits maçonniques (I)”, Éditions Dervy, París, 2004, p. 214.
[7] Idem, p. 224.
[8] Idem, p. 444.


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