Las Tres Grandes Luces |
El Aprendiz y el Compañero sólo pueden «deletrear» sus palabras sagradas; únicamente el Maestro puede, a partir de sus elementos literales tomados separadamente, reconstruir la Palabra , es decir, «recobrar la Palabra Perdida », que, en su sentido más profundo, es el verdadero nombre del G.·.A.·.D.·.U.·.; dado que el nombre verdadero de un ser es la expresión de su esencia misma, la reconstitución del nombres es, pues, simbólicamente, lo mismo que la de ese ser.
Mientras se permanece en la multiplicidad de la manifestación sólo se puede deletrear el nombre del Principio discerniendo el reflejo de sus atributos en las criaturas, expresándose de modo fragmentario y disperso. [1]
La «palabra sagrada» del grado de Maestro es manifiestamente una «palabra substituída», por otro lado deformada de varios modos, hasta el punto de haber dado lugar a dos palabras supuestamente distintas, una «palabra sagrada» y una «palabra de pase», intercambiables según los distintos ritos, y que en realidad no son más que una. Si se restituye la forma correcta de esta «palabra substituída», se ve que en realidad es una pregunta, y la respuesta a la cuestión planteada sería la verdadera «palabra sagrada» o «palabra sagrada», es decir, el verdadero nombre del G.·.A.·.D.·.U.·. [2]
La «palabra sagrada» es identificada simbólicamente al Tetragrama. [3]
Según la leyenda, la «palabra» de los Maestros estaba en posesión de tres personajes que tenían el poder de comunicarla: Salomón, Hiram, rey de Tiro, e Hiram Abi, como para comunicarla regularmente y en forma ritual, era necesario el concurso de los «tres primeros Grandes Maestros», al morir Hiram-Abi, esta comunicación se hizo imposible. [4]
La silaba es el elemento realmente indivisible de la palabra pronunciada; es de señalar que hasta la «palabra substituída», siempre está compuesta por tres sílabas, que son enunciadas separadamente en su pronunciación ritual. [5]
El identificar simbólicamente el Tetragrama con la «palabra perdida» apunta a una pronunciación trisilábica del mismo; el estar formado por cuatro letras, se puede decir que es expresión de su aspecto «substancial», mientras que la pronunciación, con la voz mediante tres sílabas hace referencia a su aspecto «esencial». [6]
En la India , la Shakti (=Shejinah: la Presencia divina) está explícitamente identificada con la diosa Vach (la Palabra ). [7]
La forma fragmentada en que se transmite la palabra sagrada forma parte de una técnica muy antigua para el aprendizaje de la lectura, que de entrada se hacia letra a letra, después sílaba a sílaba, acabando con la memorización de la palabra entera. Esta técnica permitía anclar la palabra a la memoria como una imagen, o como un grupo de imágenes (letras, sílabas) lo que permitía jugar con ellas y establecer nuevas relaciones de sentidos. [8]
Ciertamente es paradójico constatar que aquello que tiene relación con el mundo de la completitud no puede ser transmitido más que en forma fragmentada. [9]
Un ritual americano propone una variante interesante en la transmisión de la palabra de primera grado, deletreándose ABOZ, aunque se lea B--- [10]
Los Ritos Antiguos (Rito Escocés Antiguo y Aceptado y anglosajones) tienen B--- como palabra sagrada de Aprendiz y J---- como de Compañero, pero la situación se invierte en los Ritos Modernos, que además tienen una palabra de pase para el Grado de Aprendiz. Una palabra de pase es coherente en la lógica de paso de un Grado a otro. En efecto, se comunica muy poco antes de que un candidato a otro Grado sea aceptado para dar el paso. No es el caso del candidato profano que no posee nada en el dominio iniciático [11]
Si se restituye la forma correcta a la «palabra sagrada» del grado de Maestro, uno se da cuenta de que su sentido es completamente distinto de aquellos que le son atribuidos: esta palabra en realidad no es sino una pregunta, y la respuesta a esta pregunta sería la verdadera «palabra sagrada» o la «palabra perdida», es decir, el verdadero nombre del G.·.A.·.D.·.U.·. [12]
Según Guénon, esta «pregunta» se lee mejor aún en árabe que en hebreo; añade Tourniac que está designada por las dos letras hebreas que sellan el mandil del Maestro Masón en algunos ritos, dos letras de valor numérico total 42, es decir, 3 x 4. [13]
Notas:
[1] René Guénon, “Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada ”, EUDEBA, 1988, cap. XLVI.
[2] René Guénon, “Études sur la Francmaçonnerie et le Compagnonnage” vol. II, Editions Traditionnelles, 1995, Paris, pp. 36-37
[3] Idem, p. 38
[4] Idem, p. 45
[5] Idem, p. 46
[6] Idem, p. 48-49.
[7] Patrick Geay, “Mystères et significations du Temple maçonnique ”, Éditions Dervy, Paris , 2000, p. 126.
[8] Philippe Langlet, “Des Rits maçonniques” vol. I, Éditions Dervy, Paris, 2004, p 356.
[9] Idem, p. 360.
[10] Idem, p 354.
[11] Idem, pp. 402-403.
[12] René Guénon, “Études sur la Francmaçonnerie et le Compagnonnage” vol. II, Editions Traditionnelles, 1995, Paris, p 37.
[13] Jean Tourniac, “Les Tracés de Lumière”, Éditions Dervy, 1987, Paris, p. 37.
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