Artículo del Diario "ABC", aparecido el 30 de noviembre de 1991, con motivo de la publicación en facsímil por la Editorial Siruela de la colección de libros El Templo de Salomón según Juan Bautista Villalpando, El Templo de Salomón según Jerónimo de Prado, y Dios Arquitecto VV. AA.
A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII,
en los años 1596 y 1604, se publicaron en Roma los tres colosales volúmenes que
acerca del templo de Salomón, según la visión del profeta Ezequiel, habían
escrito los jesuitas españoles Jerónimo de Prado y Juan Bautista Villalpando.
Felipe II, monarca que, por su sabiduría y prudencia, era calificado por sus
contemporáneos de «nuevo Salomón», fue quien patrocinó tan magnífica y curiosa
edición romana. El padre Prado, teólogo y escultor, y, sobre todo, Villalpando,
matemático andaluz discípulo de Juan de Herrera, el artífice de El Escorial,
llevaron a cabo, tras una labor que duró casi toda su vida, la tarea de
reconstrucción hipotética de aquel edificio desaparecido. El Templo de Salomón,
por su planta y alzado, tal como lo imaginaron, ofrece gran paralelismo con el
monasterio-palacio-panteón construido por Felipe II en la sierra madrileña. El
clasicismo herreriano de las ilustraciones diseñadas por Villalpando es la
prueba palmaria de la identificación ideal de ambas excelsas construcciones,
conceptualmente consideradas como emanaciones de una idea absoluta de lo
arquitectónico.
Las plantas
de la ciudad de Jerusalén y del Templo de Salomón tenían la forma cuadrada. De
igual figura geométrica es el tomo de estudios que, coordinados por el profesor
Juan Antonio Ramírez, acompaña, en volumen aparte, esta nueva impresión del
libro de los jesuitas realizada sin escatimar medios y un lujo poco frecuente
por Ediciones Siruela. Los especialistas del tema, además de Ramírez, el
español Antonio Martínez Ripolí, el inglés René Taylor, el holandés Robert Jan
Van Pelt y el suizo André Corboz, analizan, respectivamente, las diversas
facetas de un tema de tan variados y complejos aspectos. A sus aportaciones
científicas hay que añadir la gran novedad bibliográfica de un «disquete» con
el programa informático de términos y conceptos usados en el texto
teológico-arquitectónico de los jesuitas. Idea del profesor de la Universidad
de Roma Eugenio Battisti, que no pudo realizaría a causa de su fallecimiento,
este «disquet» es obra de la profesora de la Universidad de Murcia Cristina
Gutiérrez Cortina.
Verdadero laberinto de espejos, tal como
acertadamente lo calificó Juan Antonio Ramírez, a quien se debe la exhumación y
recuperación de este importantísimo libro, el tercer tomo, obra exclusiva de
Villalpando, resulta difícil de comprender sin el hilo conductor de la
erudición. Construcción ilusoria y arquitectura descrita, su genealogía es la
de los edificios soñados. No es extraño que interese a los aficionados a las
utopías y las fantasías arquitectónicas, los cuales saben unir a la abstracta
precisión intelectual la realidad onírica y peregrina de la imaginación.
Villalpando, que eludió la reconstrucción del templo de acuerdo con los datos
históricos de la Biblia, encontró a causa de ello la oposición de los
escrituristas que, como Arias Montano, basaban sus conocimientos en las fuentes
fidedignas que describían el templo real, no imaginario, construido por
Salomón. La polémica era lógica. Para Villalpando, el tema tenía una única
dimensión especulativa. El origen divino de la arquitectura domina su texto.
Dios era el artífice máximo, el supremo arquitecto del universo, quien había
proporcionado a los constructores los planos del templo. El Arca de la Alianza,
primero; los planos del Tabernáculo, después, y, por último, los del Templo,
procedían de su imaginación divina. Los hombres sólo fueron los encargados de
darles la forma concreta. La arquitectura sagrada se deriva, pues, del modelo
diseñado por Dios para el pueblo escogido.
Tienda de la Presencia rodeada por las 12 tribus de Israel según J. B. Villalpando |
Para Villalpando, en el Templo de Salomón «dejó Dios
estampada con maravilloso arte la semejanza de todo cuanto existe bajo la
inmensa cubierta del universo». Auténtico microcosmos, el templo encierra en sí
mismo, no sólo el sentido simbólico, sino también analógico. La
buenaventuranza, la elevación y el enajenamiento del alma que proporciona su
contemplación entraña toda una Pansofía, es como un compendio de la sabiduría
divina. La dimensión hermética del texto tiene que ver con el significado de un
edificio-enigma que refleja la divinidad en su estructura arquitectónica y en
la totalidad de su mobiliario y piezas litúrgicas. El oro y la riqueza de su
conjunto son paradigmas del papel sagrado que le corresponde. El Templo de
Salomón interpretado por Villalpando obsesionó a los arquitectos, teóricos y
pensadores del barroco León Judá Hebreo, Fray Juan Rizi, Fischer von Erlach, Christopher Wren, Newton o John Wood, por citar a los más célebres. Su relación con las
logias masónicas y las sinagogas holandesas, al igual que con los falansterios
decimonónicos, es una muestra del interés que ha despertado tan apasionante y
arcana especulación arquitectónica.
Los cientos de páginas que tiene que leer aquel que
quiera tener una idea de lo que fue el Templo de Salomón tiene al final su
compensación indudable. Tras haber penetrado en la selva literaria del «delirio
objetivo» de los padres jesuitas y haber seguido los textos eruditos de los
especialistas, en los cuales, además del análisis del templo, se estudian otros
edificios relacionados con su existencia, como el Santo Sepulcro, la cúpula de
la Roca y su plataforma, además de los planos y vistas de la Jerusalén Celeste,
acabará pensando que sólo el método paranoico crítico de Salvador Dalí podrá
proporcionarle las claves para la interpretación del tema. Nadie debe
desesperar. No se equivocaba Ramírez al calificar el libro de los jesuitas de
un laberinto de espejos. Texto caleidoscópico, en el que se reflejan las mil
facetas de sus páginas, tiene la fortuna de encontrarse ante el áureo y
deslumbrante umbral de un secreto edificio al que sólo tienen acceso los
iniciados. Penetrar en su interior es poseer la luz de la inteligencia, apresar
el reflejo de la sabiduría divina.
Alzado del Templo de Salomón según J. B. Villalpando |
NO TAN ILUSORIA; SI LEEMOS CON ATENCION A EZEQUIEL 40, PODREMOS COMPROBAR QUE LAS MEDIDAS SON EXACTAS:
ResponderEliminarCreo que deberíamos empezar a estudiar las dimensiones verdaderas del tercer templo, dejando atrás el templo Herodiano o el de Salomón que fueron destruídos y no existen más. Aqui les pongo una imagen del Templo según el profeta Ezequiel que he realizado luego de hacer un profundo estudio de la Biblia y sobre todo de este profeta. Saludos cordiales Arch. Sonia Hidalgo
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10201198993886189&set=t.1510973169&type=1&theater